martes, febrero 28, 2006

La 'ciberguerra'

Internet se ha convertido en un nuevo campo de batalla para los crispadoresHace unos días, durante uno de mis paseos habituales por la blogosfera, recalé en una página en la que se hablaba del posible diálogo del Gobierno con ETA. Después de leer el artículo, decidí dejar un comentario en el que defendía la postura de que el diálogo siempre es una opción a tener en cuenta para solucionar los problemas en una democracia. Craso error. Al día siguiente volví a entrar en ese mismo blog y me encontré con que mi opinión había levantado ampollas entre muchos de los siguientes lectores. Por defender mis convicciones me gané una larga lista de insultos: mis opiniones son “chorradas”, soy un “necio”, las víctimas del terrorismo “son un estorbo” para “la gente como yo”, estoy “un poco desquiciado”, doy “lástima”, prefiero “a los islamistas del 11-M” y me puedo “ir a charlar con los etarras”. Todo eso en menos de 24 horas.

Este es sólo un ejemplo de lo que la fauna cibernética de la derecha es capaz de decir en la red. Esos son sus argumentos para criticar a los que tenemos un pensamiento progresista. Aunque conmigo fueron generosos. No me llamaron asesino, ni manipulador, ni terrorista, ni vendepatrias, ni crápula, ni desgraciado, ni sociata,… adjetivos todos ellos que siempre están en boca de los adictos al insulto virtual (para ver un ejemplo de esta conducta llevada al límite pásense por El Caos y busquen un vídeo introducido, y criticado, por el ‘bloguero’ Jose ‘Daze’. Sí, amigo, indignante).

Estamos ante una nueva clase de ciudadano: el ‘ciberfacha’, un concepto introducido por el periodista Juan Cueto en un artículo publicado el pasado fin de semana en el diario El País (oh, estoy citando a El País, qué necio soy). Este nuevo individuo es un elemento cultivado en la derecha más radical que aprovecha el anonimato de los foros y comentarios de los blogs para expresar su más rotundo rechazo a todo lo que provenga de la izquierda. No le basta con criticar, algo que sería totalmente aceptable, y necesario, sino que traspasa los límites de la decencia para entrar en el terreno de la calumnia, la ofensa y el argumento fácil.

El Congreso acoge cada día una nueva sesión de crispaciónEl ‘ciberfascismo’ es una moda que se ha extendido como la pólvora gracias a la generalización del uso de la tecnología digital y, sobre todo, a la excesiva crispación que empaña el ambiente político español. Algo no están haciendo bien nuestros dirigentes cuando los ánimos de los cibernautas están tan caldeados. Los ‘ciberfachas’ no hacen más que reproducir el discurso extremista que el Partido Popular y su órbita de instituciones adictas (léase Conferencia Episcopal, la radio de ésta, la Faes de Aznar,…) se están encargando de difundir entre la opinión pública. Cuando el secretario general del principal partido de la oposición se permite decir cosas tan graves como que el presidente del Gobierno “está más cerca de ETA que de las víctimas” o que "el Gobierno está claudicando ante los terroristas", no hay que extrañarse de que los elementos de extrema derecha se hagan cada vez más fuertes en la red.

Hemos llegado a tal punto de politización que todo nos indigna. Algunos anhelamos la búsqueda de puntos de consenso por el bien de la ciudadanía y de la salud democrática de este país, pero las posturas se han distanciado tanto que va a ser difícil que la tensión se relaje. Hoy hablamos de ‘ciberfachas’, pero tal y como están las cosas tardaremos poco en asistir a la llegada de una horda de ‘ciberrojos’ que se enzarzarán con los anteriores en una ‘ciberguerra’. Aunque, ¡basta de alarmismo!, no habrá nada que temer mientras el conflicto se limite al terreno de las palabras virtuales. Los malos tiempos pasarán.

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lunes, febrero 27, 2006

Ventajas e inconvenientes de Blogger

home de blogger en español

La aparición de los blogs es una de las aplicaciones más interesantes que ofrece el desarrollo de las nuevas tecnologías digitales. Blogger.com comienza a repuntar como el espacio más utilizado por los internautas que se deciden a crearse su página propia. Entre sus ventajas, se pueden contar las siguientes:

  • Es completamente gratis, con lo que cualquier persona que tenga la posibilidad de acceder a Internet puede elaborar su blog.
  • Permite la creación de un espacio propio en la red para incluir cualquier contenido que se estime oportuno
  • Posibilita la introducción de elementos multimedia, tales como videos, fotos, textos,... para aportar datos e información complementaria.
  • Permite interactuar con otros usuarios de internet mediante los comentarios, de forma que se crea una comunidad con la que compartir impresiones y distintas visiones de una misma realidad.
  • Con la modificación de la plantilla se puede llegar a personalizar el blog según el gusto del propietario del espacio.

Aunque también tiene algunos inconvenientes que dificultan la labor del 'bloguero':

  • En ocasiones se producen fallos de accesibilidad, como el bloqueo del sistema al subir determinadas imágenes o al introducir elementos demasiado pesados.
  • Trabaja con lenguaje HTML, que es difícil de comprender hasta que te habitúas a él.
  • La vista previa no se corresponde con el resultado final de la publicación, con lo que resulta ser un recurso con una utilidad meramente orientativa.
  • El idioma predeterminado es el inglés y, a pesar de que con la plantilla se puede introducir el texto deseado, hay partes que no permiten la modificación.
  • Aunque ofrece la posibilidad de personalizar, el diseño propio está limitado por las caracteristicas de la plantilla escogida.

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jueves, febrero 23, 2006

Cara y cruz de la informatización de la sociedad

Las autopistas de la información son ilimitadasEn los últimos años, la sociedad está asistiendo a una revolución que ha transformado nuestra forma de entender el mundo. La rapidez con la que los avances tecnológicos se han implantado en el último cuarto de siglo no tiene comparación con ninguna de las revoluciones técnicas sucedidas a lo largo de la historia. La imprenta tardó siglos en ser un artilugio de dominio público, la energía eléctrica no llegó a las calles de las grandes ciudades hasta décadas después de ser inventada, la televisión fue un capricho de unos cuantos privilegiados durante sus primeros años de existencia,... y así seguiríamos con cada uno de los grandes inventos que han cambiado la faz del planeta.

Sin embargo, la tecnología digital está al alcance de un enorme número de personas y cada día amanecemos con un nuevo adelanto, el acceso a internet se ha convertido en un fenómeno social a gran escala. Aunque todavía queda mucho camino por recorrer, como refleja un estudio encargado por la Comisión Europea donde se destaca que la tasa de penetración de la banda ancha en España todavía está por debajo de la media europea (10,52% en nuestro país, frente al 13% de la UE-15).

Cada día amanecemos con la noticia de la aparición de una nueva tecnología. La ciencia no nos deja descanso. Todo esta cambiando al paso de la tecnología y sus aplicaciones en todos los campos de nuestra vida cotidiana. Nuestras herramientas habituales se transforman para adaptarse a las últimas novedades. Un ejemplo de ello es la inminente implantación del DNI electrónico: el carné clásico se sustituirá por un documento que contendrá un microchip, lo que hará que nuestra identidad quede protegida de forma más fiable, dificultando las falsificaciones y agilizando los trámites que requieren la presentación del DNI. Pero, claro, tiene una desventaja clara, que al Estado le será más fácil controlar a los ciudadanos.

Y es que la tecnología, como todo, tiene sus contrapartidas. Sus utilidades pueden ser perjudiciales si caen en las manos equivocadas. Precisamente, el mayor control sobre los individuos es una de las razones que esgrimen los detractores de las nuevas tecnologías para abominar sobre su implantación masiva. En Estados Unidos se ha abierto un debate sobre la implantación de chips bajo la piel de trabajadores, con el objetivo de tenerlos más controlados y obtener datos certeros sobre su salud (algo que hace sólo unos años sólo aparecía en las películas de ciencia ficción). Sus defensores explican que es voluntario, pero sus críticos alegan que es una intromisión ilegítima en la intimidad de las personas. Otro caso del peligro de las nuevas tecnologías lo encontramos en algo más cotidiano: el GPS, un instrumento que ya es habitual en nuestros coches. Una encuesta recogida en Gadgetoblog asegura que el 19% de las personas que utilizan este sistema de guiado pierden la concentración al volante; mientras que al usar mapas en papel sólo se desconcentra el 17% de los conductores.

Por último, en cuanto a la red, incluso el Pentágono, su creador, ha percibido los efectos nocivos que puede tener sobre la seguridad de Estados Unidos. En un informe del departamento de Defensa americano se alerta de la aparición de secretos del Pentágono en internet y de la vulnerabilidad de sus sistemas ante los ataques de los 'hackers'. Por ello, ese mismo estudio recomienda que el Ejército estadounidense desarrolle tecnologías para interceptar intrusos e interferir en su conexión a internet. Y es que a los amos del mundo les asusta que "elementos peligrosos" se metan en sus asuntos.

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miércoles, febrero 22, 2006

Un móvil que lava la ropa y plancha

Érase un hombre a un móvil pegado...¿Se imaginan un futuro en el que el móvil tenga la capacidad de hacer desayunos? ¿O que, entre la opción de Juegos y la de Herramientas, aparezca el icono Lavadora, con o sin centrifugado? ¿Es posible que llegue un momento en que el móvil saque a pasear al perro, baje la basura o lleve a los niños al parque? Menuda chorrada, ¿no? Pues sí, todas estas utilidades serían innecesarias. Pero lo mismo pensábamos hace apenas una década cuando las compañías de telefonía nos introdujeron los aparatitos y nos burlábamos de aquellos temerarios pioneros que se atrevían a sacar el móvil en el autobús: “¿Hablar por la calle? ¿Para qué? Nunca tendré un móvil, eso es cosa de pijos y brockers de bolsa”, decíamos ingenuamente.

Ahora el móvil se ha convertido en una parte más de nuestro cuerpo, un apéndice de nuestra oreja. Empezamos utilizándolo sólo para hablar lo estrictamente necesario, después pasábamos las horas muertas jugando a la serpiente, a continuación llegó la fiebre de los tonos, los politonos, los sonitonos y los retonos, luego incorporaron la indiscreta cámara de fotos, la conexión a internet a través del aparato arruinó a unos cuantos incautos y, para colmo, apareció la horterada del móvil colgando del cuello. Ya estamos atrapados, no nos podemos librar de su influencia. Y es que, ¿a quién no se le ha venido el mundo a los pies al darse cuenta de que se ha olvidado el móvil en casa? ¡Tragedia, todo el día incomunicado!

El último grito en telefonía móvil: el DVB-HY se aproximan novedades. No basta con la cámara ni con la conexión a la red, ahora las compañías de telefonía móvil se están encargando de meternos en la cabeza la necesidad de que nuestro apéndice tenga también televisión. Todo en uno. Todavía quedan ingenuos que piensan que la tecnología DVB-H no va a tener éxito, que será un capricho de privilegiados. ¡Ilusos!. De aquí a dos años (tal vez menos, yo también soy un iluso) encenderemos la televisión móvil mientras esperamos a que el semáforo se ponga en verde, en el recreo los niños dejarán a un lado el balón para contemplar una caja que cada vez será más tonta, la clásica lectura en el tren se sustituirá por los gritos de los colaboradores de turno,… seremos más tontos todavía, pero unos tontos felices, y a la última. Eso es lo que manda, tener lo más nuevo y enseñar con orgullo a tus amigos la última adquisición en telefonía móvil. ¡Vaya con el ser humano, cuánta inteligencia encierra dentro de sí!

No me malinterpreten, no estoy en contra de la tecnología. Todo lo contrario, soy un acérrimo defensor del progreso y el desarrollo de la ciencia. Lo que no concibo es que seamos cómplices de las ambiciones de unas empresas telefónicas que se lucran a costa de la estupidez humana. Los adelantos tecnológicos deben servir para facilitarnos el quehacer diario, para favorecer la comunicación social y también, por qué no, para proporcionarnos momentos de entretenimiento. Pero la televisión en el móvil es innecesaria, bastante daño ha hecho ya en los salones de nuestras casas como para que ahora la llevemos a cuestas todo el día. Igual que no utilizaríamos el móvil como lavadora ni como niñera, no veo por qué lo necesitamos como televisor. La ciencia debería estar al servicio de la inteligencia, no de la estupidez, pero visto lo visto, estamos errando el paso. La infame cultura del espectáculo en nuestro bolsillo.

Y dicho esto, a ver cuánto tardo en comprarme mi nuevo DVB-H… yo también soy humano.

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domingo, febrero 19, 2006

¿Y por qué no?

Casi mil muertos en 30 años de atentadosNo sé si el Gobierno estará hablando con ETA. Tampoco sé si Zapatero está dispuesto a hacer concesiones a los asesinos. No sé si el final de la banda terrorista está próximo o si están jugando al gato y el ratón. No conozco las informaciones de las que dispone el Ejecutivo para confiar en que ETA está dando sus últimos coletazos. En definitiva, no tengo la más mínima idea sobre qué estarán tramando los etarras en sus escondrijos, ni sobre cómo piensa resolver el Gobierno el conflicto vasco. Pero, a pesar de todas estas incertidumbres, una cosa está clara: la obligación de un presidente del Gobierno es intentar acabar con ETA, y si para ello es necesario hablar con los asesinos, pues se habla, ¿por qué no?

No lo tienen tan claro en el Partido Popular, que con su discurso catastrofista han difundido entre la sociedad la idea de que es inadmisible abrir una negociación con los etarras. Han criminalizado el diálogo, haciéndonos creer que el problema de ETA sólo se puede solucionar por la fuerza del Estado. No tienen el menor remordimiento al decir, por boca de sus pit-bulls Acebes y Zaplana, que Zapatero está más cerca de los terroristas que de las víctimas y la sociedad española. Le vapulean porque intenta cumplir con su cometido, porque quiere acabar con una de las lacras de nuestra joven democracia. Pero yo, como ciudadano, exigo al presidente que hable con ETA; si ésa es la forma de hacerles desaparecer, que hable con ellos.

La estrategia de acoso y derribo al Gobierno que está desarrollando la derecha española desde que perdieron las elecciones de 2004 ha llegado ya a un punto que sonroja de sólo pensarlo. Ahora se permiten frivolizar sobre un tema que tanto afecta al país, despliegan todas sus artes carroñeras para ganar unos cuantos votos a costa de la unidad contra el terrorismo. Lo nunca visto en nuestra democracia. No hace falta recordar que, en las sucesivas legislaturas políticas, la oposición siempre ha trabajado codo con codo con el Gobierno de turno para acabar con la banda. Pero desde hace dos años el juego limpio ha sido desterrado de la política española. Ahora todo vale.


La oposición está dinamitando el proceso de paz que el Gobierno ha abierto con ETA. Cada declaración de los sabuesos de Rajoy supone un obstáculo que el Ejecutivo tiene que sortear, haciendo más difícil todavía el diálogo con los terroristas. Mientras el Gobierno pide prudencia, la oposición utiliza cualquier motivo para desgastarle, sin tener en cuenta que el final de ETA requiere de un Gobierno fuerte y de una oposición leal en asuntos de Estado. Sin estas condiciones, nunca se llegará a una solución. ¿O quizá no les interesa que sea Zapatero quien resuelva este conflicto? Todo puede ser con una oposición que, en repetidas ocasiones, ha dado muestras de su amoralidad.

La última desvergüenza ocurrió hace apenas una semana, con la instrumentalización de las víctimas del terrorismo durante su congreso celebrado en Valencia. El Partido Popular no ha dudado en utilizar el dolor de los afectados para lograr sus réditos electorales. Los “populares” se parapetan tras las víctimas para dar a su discurso un valor moral, apareciendo ante la opinión pública como los salvadores del país y los afligidos, frente a la claudicación del Gobierno ante los terroristas y los separatistas. El clásico discurso del miedo unido esta vez a la táctica del victimismo. Una estrategia tan infalible como repugnante.

Aunque suene políticamente incorrecto, en este asunto las víctimas no tienen mucho que decir. Su dolor, su rencor, les ciega, como cegaría a cualquier persona que tuviera que atravesar por su experiencia. La lucha contra el terrorismo necesita cabezas frías, no se pueden tomar decisiones desde el corazón, no se puede gestionar este proceso desde la pasión. Son el Gobierno, las fuerzas de seguridad, las instituciones estatales y las fuerzas políticas quienes tienen que decidir la forma en que se alcanza la paz, no las víctimas. A estas alturas, el mensaje del PP ha calado tanto en la sociedad que alguno se estará echando las manos a la cabeza al leer esto. Pero es que es así, es algo obvio, en un proceso tan complicado la prudencia y la frialdad son dos valores fundamentales. Valores de los que las víctimas carecen por definición.

Lo grave es que el Partido Popular está aplicando aquí su clásica historia de buenos y malos, donde el Gobierno es el ente pérfido causante de todos los males de España, que conspira con separatistas y asesinos para acabar con la unidad del país. Suena ridículo, pero es su mensaje. Y es que han puesto en marcha una estrategia peligrosa e irresponsable, que de momento les está saliendo bien, como demuestran las encuestas, pero a la larga puede destrozar cualquier posibilidad de que ETA deje las armas. Sería un grave error que nadie les perdonaría. Otro más.

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martes, febrero 14, 2006

¡¡¡Animales!!!

Después de ver las imágenes difundidas por el dominical News of the World creo un poco menos en la superioridad moral de la que tanto nos gusta presumir a la “civilización” occidental. Las mentiras con las que se justificó la guerra de Irak hicieron mella en la credibilidad que se le suponía a nuestros dirigentes civilizados, las detenciones de musulmanes en el campo de concentración de Guantánamo (sí, no cárcel, campo de concentración) contribuyeron un poco más al desencanto hacia nuestros Estados de derecho, y las torturas de los militares americanos a presos iraquíes terminaron de decepcionarme como ciudadano occidental. Pero la crueldad enmascarada de nuestra sociedad democrática nunca deja de sorprenderme.

Llegan nuevas imágenes, más infames si cabe. Una panda de soldados británicos apalea con saña a varios jóvenes iraquíes, mientras se escuchan los gritos de los atacados suplicando clemencia. Patadas, puñetazos y empujones propinados por un grupo de personas que, según se encargan de publicitar, están en Irak en misión libertadora. Pero lo más escalofriante no es lo que se ve, sino lo que se oye. Se escuchan los gritos de júbilo del soldado que graba la paliza, gritos de aliento a sus compañeros, burlas hacia el sufrimiento de los muchachos, con una voz que estremece por la crueldad que encierra,… estaba disfrutando con el espectáculo. Y para más vergüenza, una decena de soldados se pasea impasible por delante de la dantesca escena, como si lo que estaba ocurriendo en ese cuartel fuera algo habitual, como si la integridad de los jóvenes no fuera responsabilidad suya.

Esta clase de animales deslegitiman a la sociedad occidental a marchas forzadas. Los valores de los que tanto alardeamos, de los que nos creemos poseedores únicos, están en entredicho una vez más. La justificación oficial de la guerra de Irak proclama que las fuerzas aliadas están allí para exportar los valores de la sociedad democrática con el fin de evitar que el terrorismo campe a sus anchas por Oriente Medio. Pero lo único que vemos es que la violencia se recrudece y que los militares occidentales se encomiendan a la ley del más fuerte.

Nuestro orgullo como civilización se pone de nuevo de frente a la cruda realidad. Somos capaces de crear sistemas democráticos más justos, se nos llena la boca con nuestros avances en libertades y derechos, vamos de buenos samaritanos por el mundo, imponiendo nuestra cultura como la única legítima, pero en el fondo lo único que exportamos es nuestra hipocresía. Nos sentimos complacidos con nuestra civilización, cerrando los ojos a la realidad de nuestro egoísmo, llevando por bandera nuestra superioridad moral y dándonos de bruces contra nuestra hipocresía cuando llegan nuevas imágenes de nuestros embajadores en Oriente Medio.

Y digo nuestra, generalizando, porque todos tenemos nuestra parte de responsabilidad. Los soldados por atacar sin piedad a otros seres humanos, los gobernantes por calmar sus ambiciones sin importar los medios utilizados para ello, los ciudadanos por meternos en nuestra burbuja de felicidad y mirar para otro lado, siendo cómplices de la barbarie occidental al consentir que en nuestro nombre se violen sistemáticamente los valores de la humanidad.

Estoy desengañado. Y asustado. Asustado porque he dejado de confiar ciegamente en que Occidente lleve al mundo a buen puerto. Estremece comprobar lo fácil que es echar por tierra la imagen feliz que nos habíamos creado de nosotros mismos como civilización. Da miedo pensar hacia qué futuro nos estamos dirigiendo. Los días de orgullo complacido han acabado.

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sábado, febrero 04, 2006

La religión contra la libertad


¿Quiénes son ellos para decidir lo que debemos o no publicar? ¿Cuándo dejarán los fanáticos religiosos (de cualquier creencia) de atacar a quienes no comparten sus postulados? ¿Alguna vez se darán cuenta los extremistas de que hay cosas más importantes que sus creencias? Lamentablemente, tenemos que volver a hacernos estas preguntas, puesto que, una vez más, la religión se ha vuelto a interponer en el camino de las libertades.

La publicación de caricaturas de Mahoma en el diario danés Jyllands-Posten ha formado un revuelo entre la comunidad musulmana. Según sus convicciones, cualquier representación del profeta representa una ofensa al islam. Este aspecto resulta totalmente respetable y comprensible, pero también ellos deben entender que las convicciones de Europa privilegian toda esa serie de valores que nos ha costado tanto asentar, entre los que la libertad de expresión ocupa un lugar destacado.

Históricamente, las distintas religiones se han mostrado incómodas ante la libertad de expresión. Y es que sus cuestionables postulados se tambalean cada vez que alguien se atreve a reflexionar en voz alta sobre las múltiples incongruencias que se encierran detrás de tales creencias. La religión no es racional, es algo que apela a los sentimientos de las personas. La ciencia ha ido desmontando, una a una, todas las bases sobre las que se sustentan las religiones. La libertad de pensamiento y de expresión que se han extendido por el planeta durante el último siglo están destruyendo algo que les ha costado mucho tiempo construir. Y no están dispuestos a permitir que se divulguen las inconsistencias de sus creencias.

La libertad está siendo su fin. Todo el mundo sabe lo mucho que ha luchado la Iglesia católica contra los herejes, que no eran, ni más ni menos, que personas que defendían ideas contrarías a las difundidas por la jerarquía eclesiástica. La diferencia de opinión era castigada con condenas brutales. Pero no hace falta remontarse al siglo XV para comprobar el rechazo del catolicismo hacia quienes se salen del camino marcado. Por ejemplo, la iglesia latinoamericana de la Liberación fue acallada por la cúpula vaticana por defender otro tipo de religión, menos pendiente de la divinidad y más concienciada con los problemas de los creyentes.

Tampoco es preciso ir lejos en el espacio. En los últimos meses, la Conferencia Episcopal española ha dado muestras de su intolerancia, saliendo a la calle para protestar contra la libertad sexual, promulgando panfletos contra la libre decisión en materia de educación religiosa, arengando desde los altares a los fieles para ganar el rechazo de la sociedad a las iniciativas legislativas del Gobierno.

La radicalidad religiosa no es sólo cosa de unos cuantos musulmanes que protestan por la difusión de unas imágenes de su profeta. Aquí en casa también tenemos nuestros propios ejemplos de extremismo. Sólo hay que fijarse en el odio que sale de la boca de los más fieles cuando hablan de los avances proyectados por el Ejecutivo de Zapatero, o cuando debaten sobre la llegada de inmigrantes, o cuando se habla de terrorismo e islam, o, simplemente, cuando alguien osa cuestionar algunas de las leyendas escritas en la Biblia.

A la religión no le gustan los avances, no le gusta el libre pensamiento, les asusta que la gente reflexione y se dé cuenta del engaño que han fraguado a lo largo de la historia. Mientras, hasta que los fieles no lleguen a esta conclusión se seguirá larvando el odio a la diferencia y las guerras en nombre de la religión continuarán lastrando el progreso de la humanidad. Si Jesucristo, Mahoma, Buda y David levantaran la cabeza...

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