lunes, julio 23, 2007

La estupidez convertida en símbolo de libertad de expresión

Conde-Pumpido y el juez Del Olmo se han lucido. Su inflexible interpretación de la ley, unida a una exagerada genuflexión ante la Corona, han provocado que todos los españoles hayan convertido una estúpida y grosera viñeta en el gran símbolo de la libertad de expresión en este país. Con su acto de trasnochada censura a El Jueves, estos patosos hombres de justicia nos han obligado a defender una viñeta que, más que una injuria a la Corona, es un atentado contra el buen gusto y un dudoso ejemplo para el oficio de viñetista. En otros tiempos se perseguía a poetas por esconder en sus obras signos de rebeldía contra el régimen imperante o a hombres de ciencia por contradecir las doctrinas de la poderosa Iglesia... ahora nuestros jueces nos retrotraen a aquellos periodos infames y se dedican a perder el tiempo persiguiendo dibujos inocentes cuya única culpa es dañar a nuestra inteligencia: motivo poco suficiente para secuestrar una publicación y encausar a sus autores.

Así que, haciendo de tripas corazón, me veo obligado a reproducir esta estúpida viñeta, no por su valor humorístico, que no se lo encuentro, sino por unir mi voz a la de todos aquellos que han sufrido la mordaza de esa otra estupidez histórica: la censura.

Postdata: Fiscal, juez... ¿me obligaréis a borrar este post? ¿cerraréis Blogger? ¿multaréis a todos los blogueros que han difundido vuestra patraña? ¿y a todos los medios de comunicación que han mostrado la portada?... tenéis trabajo.


Articulos relacionados:
- La religión contra la libertad (4.02.2006)

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lunes, julio 16, 2007

Madrid, contaminación y saturación... de calidad

Aquí tenemos un nuevo estudio inútil, con valoraciones subjetivas y conclusiones grandilocuentes que se basan en los tópicos de siempre y ahondan poco en la realidad. Se trata de un informe realizado por la revista Monocle Magazine y publicado en el diario Herald Tribune, donde se sitúa a Madrid como la décima gran ciudad del mundo con mejor nivel de vida (¿?). No niego que Madrid, comparada con otras grandes ciudades europeas y americanas, sea una buena ciudad para vivir... por algo he puesto el huevo aquí. Pero de ahí a colocarla entre las capitales con mejor calidad de vida va un trecho.

Porque este estudio aparece cuando acabamos de enterarnos de que Madrid supera en un 26% los límites de nitrógeno soportables para nuestros pulmones; que es una de las 30 ciudades más caras del mundo; que sí, prosperamos, pero a costa del empleo de los jóvenes y de olvidarnos de comprar una vivienda;...

Madrid está entre las mejores ciudades para vivir, sí,... siempre y cuando trabajes al lado de tu casa y no tengas que esperar una hora a que el tren arranque en los túneles del Metro, o no te quedes atascado entre miles de coches cada vez que caen unas gotas de lluvia. El estudio valora el bajo precio del transporte. ¡Sólo faltaba! 40 euros por un abono transporte no es mucho dinero, pero si tenemos en cuenta la calidad del servicio es más de lo que deberíamos pagar. El metro se avería, los autobuses se colapsan y el Cercanías pasa con una cuestionable 'regularidad'. Ése es el estado real del transporte madrileño.

Por no hablar de la sanidad, con los servicios de urgencias de los grandes hospitales permanentemente saturados; o de la delincuencia, con navajazos todas las madrugadas, robos en el metro cada vez que algún incauto se descuida o asaltos a viviendas sin que la policía mueva un dedo por evitarlos.

Pero no todo son quejas. Nos llenamos los pulmones de nitrógeno, nos cuesta comprar una casa, el transporte es un infierno y estamos expuestos a unos delincuentes que quedan impunes, pero eso sí, como dice el informe, aquí tenemos "una efervescencia cultural y un estilo de vida de 24 horas". Todo sea por tener un un rato para tirarnos al sol en El Retiro, por los museos y la oferta teatral y de conciertos musicales, por las cañas, la sangría y los bocadillos de calamares y, en definitiva, por la fiesta... y olé. Así nos ven, todavía hoy. La pregunta es: ¿somos así en realidad? Quizá. Tercermundistas, pero contentos.

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sábado, julio 14, 2007

Las trampas del mal perdedor



"En un partido de fútbol todo el mundo entiende que debe ganar el que más goles meta; por eso, debe gobernar el partido que más votos saque".


Mariano Rajoy nos vuelve a sorprender. Hoy nos deja una de sus ingeniosas comparaciones destinadas a convencer a "la gente sensata" de que el PP, y sólo el PP, tiene la propiedad de la razón absoluta. Su afinado uso del lenguaje suele funcionar. Pero últimamente su sorna gallega le está fallando. El líder popular se ha retratado, dejándonos una perla que dice mucho de su concepto de democracia. Para Rajoy, las elecciones democráticas son como un partido de fútbol: un espectáculo, un uno contra uno. El problema es que olvida que en nuestro sistema político existe la libertad de opinión, lo que se materializa en una amplia variedad de sensibilidades ideológicas que tienen todo el derecho a pactar entre ellas. Porque en eso se basa la democracia, en el entendimiento entre personas que piensan diferente. Por tanto, deberían dejar de buscar el problema en la Ley Electoral para intentar encontrarlo en su propia actuación. Insultar, confrontar y demonizar al adversario no es la mejor forma para llevarte bien con quienes no piensan como tú. Así que, si los 'insensatos' no quieren gobernar con ellos, por algo será. No le eche la culpa al árbitro, señor Rajoy.

Documentos relacionados:

- Ley Orgánica del Régimen Electoral General

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martes, julio 10, 2007

Vuelve Bono... si es que alguna vez quiso irse


Fuimos muchos los que no nos creímos aquella despedida de Bono de la política. Ahora, poco más de un año después, el ex ministro nos da la razón y se plantea volver al ruedo. Según cuentan, el presidente Zapatero le ha picado, ofreciéndole liderar las listas por Toledo en 2008, con vistas a sustituir a Marín en la Presidencia del Congreso. Bono no ha confirmado publicamente si acepta; pero tampoco ha mostrado su rechazo. Simplemente ha vuelto a dejarse querer. Pero no debe obviarse que liderar el Parlamento es tentador. Es un puesto hecho a su medida: le permitiría seguir extendiendo su mito de político centrista y conciliador, además de convertirse en el gran protagonista de cada sesión. Bono en estado puro. Y no sólo eso. Dirigir las sesiones parlamentarias puede ser una estupenda plataforma para dar el próximo paso,... para sacarse la espinita que tiene clavada desde que Zapatero le arrebató un liderazgo que ya creía ganado. Al fin y al cabo, Bono esperará agazapado, bien desde el Congreso o bien desde su casa, a que Zapatero se pegue el batacazo para erigirse en el renovador, en la esperanza, en el cambio,... en definitiva, en lo que más anhela ser: el líder de los socialistas españoles.

Artículos anteriores:
- ¿Podrá Bono vivir apartado?

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sábado, julio 07, 2007

Los delincuentes lo tienen fácil

Es triste decirlo, pero gran parte de la culpa del aumento de la delincuencia en España es de la ineficacia de la Policía. España se ha convertido en un destino de privilegio para las bandas organizadas o los delincuentes comunes, que saben que robar es fácil en un país donde sus policías se dedican a calentar el asiento en las comisarías y a lamentarse por lo mal pagados que están y lo mucho que les hacen trabajar los ciudadanos. Robos en domicilios, atracos, violaciones, asesinatos,... no es que estemos en un país de locos, es que aquí la policía desatiende sus funciones. Si alguien cree que exagero, que lea mi experiencia. Os lo cuento.

El pasado jueves entraron a robar en mi casa. Sentí rabia, impotencia, inseguridad en mi propia vivienda... pero cuando acudí a pedir ayuda a la policía mis sentimientos se transformaron en indignación por el mal trato al que fuimos sometidos. Y lo peor es la sensación de que lo ocurrido se puede volver a repetir, que los sinvergüenzas que se colaron en mi casa van a volver a hacerlo uno de estos días porque nadie se lo va a impedir.

Cuando llegué a casa alguién había metido un palo en mi cerradura para que no pudiera acceder al interior. Aconsejado por mi compañero de piso, llamé a la policía. Era posible que nos hubieran robado y, es más, podía ser que el ladrón estuviera todavía dentro. Cuando llegaron los agentes, dijeron, visiblemente molestos por haberles sacado de la comisaría, que eso no tenía pinta de ser un robo, que sería una broma y que llamara al cerrajero. Seguí sus recomendaciones: llamé al cerrajero y, mientras llegaba, fui a comisaría para denunciar los daños de la cerradura.

Comisaría de Tetúan, plaza de La Remonta, Madrid. Llegamos ante el policía que iba a tramitar mi denuncia. Le contamos la situación y nos dice, entre risas: "¿Y venís a denunciar esto? Os podíais haber ahorrado un viaje y venir cuando abráis la puerta, porque os han robado seguro". Repito, entre risas. Y en ese momento yo me pregunto: "Si está tan claro que nos han robado, ¿por qué no ha comprobado el agente si el ladrón todavía estaba dentro de mi casa?". Ya no lo sabremos. Si estaba, escapó delante de sus narices.

Vuelvo a mi casa. Llega el cerrajero. Entro y, en efecto, las habitaciones parecen un campo de batalla. Volvemos a la comisaría y el agente, con aire impertinente, nos espeta: "Nos volvemos a ver, ya os lo dije, antes habéis venido para nada". Muy bien, señor policía, pero en este momento sus gracias sobran, ¿no se ha dado cuenta?. Nos toma los datos y nos comunica que no toquemos nada hasta que llegue la policía científica. Y aquí empieza lo grave. Esta es la conversación: - "¿A qué hora vienen?". - "Mañana por la mañana".- "¿Y no pueden venir cuanto antes (eran las 18.30h)?.- "Por las tardes no trabajan".- "¿La científica no trabaja por la tarde?".- "No, no trabaja". Nuestra cara de incomprensión fue notable. La policía científica, pagada por nuestros impuestos, se permite la licencia de no trabajar por la tarde, en una ciudad como Madrid donde los robos están a la orden del día. Pues nada, nos buscamos la vida porque no podemos dormir en nuestra casa.

Llega la mañana siguiente y nos despertamos pensando que la policía científica va a hacer todo lo posible por recabar pruebas que le lleven a los delincuentes. ¡Qué ilusos! Su gran trabajo de investigación se basó en buscar huellas. Cuando vieron que habían utilizado guantes dieron punto y final a su actuación. Y de ahí, a tomar unas cañas al bar. Ni una pregunta a los vecinos, ni una pregunta a nosotros, ni una comprobación para averiguar por dónde entraron,... nada de nada. Hay unos ladrones sueltos y ellos no se van a encargar de buscarlos. Los delincuentes lo saben y por eso roban. La policía española es el hazmerreir de los malhechores,... y los ciudadanos somos el hazmerreir de nuestra policía.

Pero no te quejes, que encima te tratan a patadas. Volvemos a ampliar la denuncia después de hacer el recuento de las pertenencias que nos habían quitado. Y el cachondeo policial llega ya a extremos insoportables. Nuestra denuncia tiene que esperar "por tiempo indeterminado" porque no hay personal suficiente y los que hay, dicen, "están hasta arriba". Nos piden que hagamos la denuncia por teléfono, llamando a un 902. Un 902, ni siquiera un número gratuito. ¿No pago ya suficientes impuestos? Al otro lado del teléfono nos atiende una chica que ni siquiera es policía, que no sabe hacer denuncias y que nos hace gastar cerca de 20 euros después de 30 minutos de conversación.

Tras dos días de tensión por el robo y de humillación por sentirnos ninguneados por los "servidores del ciudadano" estallamos en las dependencias policiales y les pedimos explicaciones por el trato dado. Por no haber comprobado si los ladrones estaban dentro de la vivienda, por haberse reido de la pérdida de nuestros escasos objetos de valor, por habernos mareado sin darnos un procedimiento de actuación claro, por no tener un horario completo de atención a los ciudadanos, por no investigar diligentemente los hechos para encontrar a los autores del robo, por no evitar que vuelvan a hacerlo, por tener que pagar para denunciar, por no tener a gente competente en sus filas... "Esto no es un buen servicio al ciudadano", les digo. Y para mi asombro uno de ellos, con la vena en el cuello, nos grita: "Fuera de la comisaría ahora mismo, no tengo por qué aguantar esto". En fin. Él no tiene que aguantar que les destapen su incompetencia, pero en cambio nosotros sí que tenemos que aguantar que no nos traten como es debido.

Finalmente, me siento para hacer la denuncia. Y a mitad del proceso, en la sala de denuncias, dos de esos "estresados" policías que estaban "hasta arriba de trabajo" se dedican a echar un pulso sobre una mesa de la comisaría, otra de ellos pierde 10 minutos en llamar a un amigo para quedar con él después del servicio, otro se pasea por la sala como si no tuviera ni oficio ni beneficio haciendo chistecitos con el resto,... Y mientras, yo, robado, ultrajado, humillado, ninguneado e ignorado seguiré leyendo en los periódicos, día tras día, que este país llega a niveles alarmantes de delincuencia. Ahí tienen la explicación. Que alguien haga algo, por favor.

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