sábado, enero 21, 2006

Una rectificación forzada


El grupo municipal socialista en Alicante ha dado un golpe de timón a la estrategia mantenida en torno al plan Rabasa. Desde que el tema saltara al debate público, hace ahora un año, el PSOE alicantino se convirtió en uno de los máximos defensores del plan urbanístico, dando su apoyo casi incondicional al partido gobernante en la ciudad, el PP de Alperi. Ahora, de la noche a la mañana, el portavoz socialista municipal, Blas Bernal, anuncia que sus concejales votarán en contra del macroproyecto (15.000 viviendas que ocuparán un sexto de la superficie de Alicante).

¿Qué ha pasado para que Bernal olvidase el apoyo activo brindado a Rabasa durante todo un año? El propio edil explica su rectificación aludiendo a un aspecto puramente formal: el retraso del PP en la contestación a las alegaciones presentadas por el PSOE. Sin embargo, esta explicación suena a excusa forzada. Sobre todo, después de saber que la dirección regional del partido (PSPV) ha venido presionando a Bernal durante las últimas semanas para que se desvincule de la operación urbanística. El líder del PSPV, Joan Ignasi Pla, dejó las cosas bien claras a Bernal: o rectificaba o su puesto en el partido corría peligro. O Rabasa, o su cabeza.
El inexplicable cierre de filas de los socialistas alicantinos con el plan de Alperi y Ortiz no sentó nada bien en la cúpula del partido, que vio como las ambiciones de uno de sus hombres podían dar al traste con su estrategia crítica con el urbanismo desmedido avalado por el PP de la Comunidad. Y es que no es coherente criticar por un lado y comulgar por otro.

El PSPV tenía motivos para estar preocupado, ya que no sólo la cabeza de Bernal estaba en juego; ante todo, lo estaban las elecciones municipales de 2007. El electorado alicantino de izquierdas puso el grito en el cielo cuando asistió, atónito, al compadreo entre Bernal, Alperi y Ortiz. Las sospechas de corrupción política no se hicieron esperar. La opinión pública hizo suyos los rumores sobre maletines que pasaban de mano en mano, aumentos de sueldos a los concejales a cambio de apoyos en las votaciones, complicidad con los empresarios de la construcción,...

Fueran ciertas o no, estas sospechas han machacado la confianza de los alicantinos en sus políticos. Además, es oportuno recordar que detrás de los rumores había una certeza: el gobierno del PP y la oposición del PSOE se unían para favorecer los intereses del rey empresarial de Alicante, Enrique Ortiz I el Constructor. Sin duda, el mayor perjudicado por este clima de opinión ha sido el PSOE, que en las últimas elecciones se había presentado a sí mismo como el enemigo de la política urbanística salvaje desarrollada durante ocho años por el equipo de Alperi.

Parece que ahora, con la imposición de la autoridad de Pla, las aguas vuelven a su cauce. Ha tenido que venir el pastor para poner orden en el rebaño de los socialistas alicantinos, que no han tenido más remedio que acatar las directrices del partido si querían salvar el cuello. De esta forma, Bernal puede seguir aspirando, aunque ya bastante tocado, a ser candidato en las próximas municipales; o, en todo caso, a liderar la secretaría provincial del partido. Por lo menos, tras la pérdida de la confianza de su electorado, puede consolarse con el refranero español: "Rectificar es de sabios".

1 comentario:

Jose M. Sánchez "Daze" dijo...

Como bien dices, amigo, es una "rectificación forzada". Realmente, no sé exactamente la razón por la que el PSOE votó a favor de un plan urbanístico de tales dimensiones y caracteríticas. Aplaudo la decisión de Pla de que su grupo defienda unos intereses que se alejan de las concesiones territoriales imperialistas. Sin embargo, aquí quien pierde es Blas Bernal pues se le ha visto sin criterio.