jueves, junio 29, 2006

Tiempo de incógnitas

Zapatero ha apurado el mes de junio para hacer la declaración oficial del inicio de negociaciones con la banda terrorista ETA. No lo ha hecho ante el Congreso, como había prometido, sino ante los medios de comunicación, en un intento por evitar el rechazo que, obviamente, se iba a encontrar desde los escaños de la derecha. Un rechazo que podría empañar el proceso antes de comenzar. Su discurso no ha contenido sorpresas, refleja las mismas ideas que ha venido defendiendo el Gobierno desde que en 2005 pidió el apoyo del hemiciclo a su proyecto para acabar con el terrorismo de ETA mediante la vía del diálogo.

Lo más destacable de su anuncio es algo que ya sabíamos: el Gobierno hablará con ETA de la disolución de la banda y, por tanto, de las condiciones en que se llevará a cabo el desarme y el futuro de los presos; las negociaciones políticas quedarán reservadas para los representantes de la voluntad popular, esto es, los partidos políticos que configuran el Parlamento vasco. Aquí surge la primera duda. Ante la cercanía de las elecciones municipales del próximo año, la pregunta que queda en el aire es: ¿también Batasuna pasará a formar parte de ese parlamento desde el año que viene? Ahí está el meollo de la cuestión.

Por los pasos dados hasta ahora por el Gobierno y los partidos vascos, fundamentalmente el PSE, todo hace indicar que durante este verano habrá varias reuniones con Batasuna que finalizarían con su legalización. O, dicho con el lenguaje gubernamental, hacer que Batasuna entre en la legalidad. Es decir, que no se legalizaría al brazo político de ETA gratuitamente, sino que su vuelta a la política estaría condicionada a los parámetros que exige la legalidad, que, según la declaración de Zapatero, seguirá siendo la Ley de Partidos.

El rechazo del PP y de una gran parte de la sociedad a la negociación reside en este punto. No aceptan que Batasuna participe en el proceso hasta que ETA no haya desaparecido definitivamente, teniendo en cuenta que los abertzales siguen sin condenar la violencia etarra y defienden la lucha armada como un medio legítimo para conseguir sus objetivos. De hecho, el miembro batasuno Pernando Barrena no se ha desmarcado de ETA en sus últimas apariciones públicas, la última de ellas en una entrevista con Gabilondo. "Así no se puede hablar", dice el PP. "Hablaremos con ellos para que abandonen esa actitud", contesta el PSOE. En realidad ambas posiciones son legítimas, sólo varía un matiz: la primera se basa en la inactividad política y la segunda parte de la idea de que para cambiar las cosas hay que intentarlo.

Dos cosas llaman la atención de la comparecencia presidencial: la promesa de que "la democracia no va a pagar ningún precio político por la paz" y la garantía de que el Gobierno "respetará las decisiones de los ciudadanos vascos que adopten libremente", eso sí, siguiendo "los procedimientos legales y los métodos democráticos". Con la negación del precio político se pretende dejar claro que el Estado no va a aceptar el chantaje al que viene sometiéndonos ETA desde hace cuarenta años. Esperemos que así sea, porque lo contrario sería una humillación, no sólo a las víctimas, también al conjunto de la sociedad.

Sobre la segunda de las claves, hay quien ha interpretado que el presidente está concediendo la posibilidad de brindar el derecho de autodeterminación que tanto propugna Batasuna. Sin embargo, es altamente improbable que se conceda tal derecho; más bien puede estar refiriéndose a que, en las próximas elecciones, los ciudadanos tendrán la posibilidad de votar por la izquierda abertzale, actualmente sin representación tras la ilegalización de Batasuna. Pero para ello es imprescindible que los abertzales se constituyan en una formación legal que se desvincule expresamente de la violencia.

Se avecina un verano cargado de acontecimientos, de avances y de retrocesos, que posiblemente culmine en la legalización de otra Batasuna. Ahora todo son incógnitas. Por eso, desde el Gobierno deben andar con paso firme para evitar caer en las trampas que, seguramente, pondrán los etarras y su entorno en el camino hacia la paz. No olvidemos que enfrente tendremos a una banda terrorista y que contra sus pistolas nuestra mejor arma es el Estado de Derecho. Debe quedarles bien claro que si no aceptan la ley, la ley no les aceptará a ellos.

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miércoles, junio 28, 2006

¡¡Sí, sí, sí, volvemos a Madrid!!

España no se lo esperaba, pero volvió a pasar La Selección española vuelve a casa a la primera de cambio. Una vez más, la euforia ha dejado paso a la decepción, añadiendo un nuevo hito para recordar en nuestro tradicional historial del fatalismo: el Mundial de Alemania 2006. Resulta curiosa la facilidad con la que los españoles pasamos del llanto a la risa, y de nuevo al llanto, con todo lo que rodea a la selección. Llegamos a Alemania con un sentimiento nacional de escepticismo hacia la labor que iban a desempeñar los jugadores. Nadie apostaba un duro por este Mundial, pero cuando nos sentamos frente al televisor para ver el debut contra Ucrania las cosas cambiaron. Los jóvenes futbolistas pasaron de ser villanos a héroes, los que hacía unas horas criticaban a los jugadores españoles ahora se volvían sus máximos defensores. Al día siguiente ya nos veíamos jugando la final en Berlín, nos vanagloriábamos porque nuestro equipo ocupaba todas las portadas deportivas del mundo, y el 'a por ellos, oé' suplantó a la Marcha Real como himno nacional.

Después de un 4-0 a Ucrania y de los halagos internacionales no era para menos, nos colocaban en la élite del fútbol mundial. Pasamos del pesimismo a la euforia en sólo 90 minutos, mientras los medios de comunicación atizaban la llama del triunfalismo, algo lógico si tenemos en cuenta que su labor es agitar la expectación para mantener viva la atención de la afición. Y lo consiguieron: la llamada ‘marea roja’ se extendió por todas las plazas de España y la bandera bicolor ondeaba sin complejos en los balcones de todo el país. Las televisiones han explotado al máximo el paso de España por el Mundial, sobre todo la Cuatro, que llegó a la competición por la puerta de atrás y ha conseguido desbancar a la Sexta en los niveles de audiencia. La televisión de Polanco ha sabido canalizar el entusiasmo de los españoles, hasta el punto de convertir la plaza de Colón, con su pantalla gigante, en punto de encuentro obligado para celebrar los triunfos de la selección. Cuatro arrasó, mientras cruzaba los dedos para que España siguiera exhibiendo su fútbol en Alemania.

Después llegó el turno de enfrentarse a dos selecciones que, a priori, no debían dar muchos problemas. Se preveían goleadas similares a la de Ucrania, pero Túnez y Arabia pusieron en un serio aprieto a los de Luis Aragonés. A los primeros se les ganó después de una remontada que se calificó como épica desde las ondas, en uno de esos intentos por construir afición. Frente a los segundos se jugó un partido soporífero que no convenció a nadie. Pero, qué más daba, estábamos en cuartos, e invictos. Nos íbamos a comer a Francia y a quien se pusiera por delante, se llamara Brasil o se llamara Argentina. Nunca antes la Selección había creado tanta expectación entre los españoles, así que era de prever que el partido contra los franceses iba a pulverizar los records de audiencia. Finalmente, doce millones de personas vieron la despedida de España del Mundial, muchos millones de españoles que se levantaron creyéndose campeones del mundo y se acostaron sabiéndose eliminados o, peor aún, humillados por el vecino del norte.

“Siempre pasa lo mismo”, “a esperar otros cuatro años”, “el fútbol es así”,… las mismas palabras que llevamos repitiendo durante décadas volvieron a surgir. Sin embargo, de todos los fracasos hay que sacar lecciones positivas, y en esta ocasión se puede extraer una lectura que va más allá de lo puramente deportivo. Y es que durante estos días toda España ha estado unida en su atención a lo que ocurría en Alemania, demostrando que las diferencias entre los españoles se pueden aparcar durante unos instantes para contribuir, todos a una, al logro de un mismo objetivo. Con eso me quedo. Y con lo bien que nos lo hemos pasado. Mi vida seguirá igual, supongo que la vuestra también, así que, qué mas da, nos hemos divertido. A por ellos, oé,… a por ellos, oé!!

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lunes, junio 26, 2006

Vértigo ante el proceso

Allá por el mes de marzo, cuando ETA anunció su alto el fuego permanente, el presidente del Gobierno ya alertó de que el camino hacia el fin del terrorismo etarra sería largo y complicado. Zapatero no descartó la aparición de escollos. De hecho, anunciar que este proceso sería un camino de rosas habría sido de una enorme ingenuidad. Ahora, tres meses después, el proceso atraviesa uno de esos puntos de enorme dificultad. Parece que todo se vuelve en contra de los deseos de la gran mayoría y en poco tiempo hemos pasado de la esperanza a la incertidumbre. Las últimas noticias nos han hecho caer en un estado de desconfianza hacia lo que nos depara el futuro de la negociación con ETA. Desde todos los extremos se han encargado de ponerle las cosas difíciles al Gobierno, pero Zapatero tendrá que encontrar una solución a este problema. Es su obligación.

Se acaba el plazo establecido por el presidente para dar cuenta al Congreso de su intención de abrir negociaciones con la banda terrorista. Junio era el límite, y junio se acaba. En los próximos días, quizá mañana, Zapatero anunciará la apertura del proceso, pero esta comparecencia llega en un momento comprometido, con la oposición intentando desbaratar el proyecto del Gobierno, los terroristas emitiendo comunicados con exigencias inaceptables por el Estado de Derecho y los tribunales llenos de etarras que se jactan de los crímenes cometidos. Con este panorama, el Gobierno se está metiendo en la boca del lobo, está adentrándose en una cueva repleta de alimañas a la espera de un traspiés que dé al traste con todo lo adelantado hasta el momento. Pero alguien tendrá que intentarlo.

Lo grave es que las dificultades no sólo vienen por parte del entorno etarra, que sería lo esperable, sino que también proceden del Partido Popular, una formación que está arrastrando un enorme clamor popular hacia el abismo de la irresponsable radicalidad. El apoyo del PP sería deseable en este proceso, porque de lo contrario estamos dando a los etarras una imagen de desunión, de debilidad del Estado. Y el Estado no se puede permitir ese lujo cuando estamos intentando resolver el mayor problema nacional, ese que llevamos cuatro décadas sufriendo. Pero los 'populares' ya han adelantado su negativa de apoyo; y no sólo eso, sino que se dedican a poner obstáculos y a jalear como éxitos todos los acontecimientos que demuestran que el proceso se está atascando. No hay remedio, el Gobierno tendrá que ir solo por el camino. Aunque, al menos tiene un apoyo social mayoritario, que es lo que importa.

Mientras, el enemigo etarra no hace nada por ganarse la confianza de la sociedad y continúa encastillado en sus posiciones perpetuas: derecho de autodeterminación y fin de la "represión" jurídica y policial. Así no avanzamos. Hasta que no se arrepientan por sus atroces asesinatos y las injustas pérdidas de vida que han provocado no habrá nada que hacer. No hablamos el mismo idioma moral, parece ser, y así es muy difícil avanzar por la línea que marca la razón. Llaman represión al imperio de la ley, conciben las detenciones de etarras como una negación de sus libertades, se niegan a declarar ante los jueces de la Audiencia Nacional porque no reconocen su autoridad,... en definitiva, viven anclados en su propia visión anárquica de la realidad, un anarquismo trasnochado que va a complicar su reinserción en la sociedad civil.

Los jueces y las fuerzas de seguridad están demostrando saber estar a la altura de las circunstancias. Conforme está el ambiente, podrían caer en la tentación de relajar su persecución a los criminales, plegándose a los chantajes de los etarras. Sin embargo, el Estado de Derecho, con el juez Grande-Marlaska como cabeza visible de la ejecución de las leyes, no está en tregua. La detención de los miembros de la red de extorsión de ETA, con la colaboración de la policía francesa, y el juicio al asesino de Miguel Ángel Blanco, 'Txapote', muestran que los agoreros mienten al insinuar que Zapatero va a rendirse ante las condiciones de ETA. La división de poderes funciona y la Justicia española, al menos en este sentido, es efectiva.

Así están las cosas. Al Gobierno le salen enemigos por todas partes, desde la irresponsabilidad del PP hasta la inmoralidad de los etarras. Con este panorama es difícil que lleguemos a buen puerto. Ojalá me equivoque. Ojalá rectifique quien tenga que rectificar.

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jueves, junio 22, 2006

Desafío etarra

Como era de prever, la banda terrorista ETA no está poniendo las cosas fáciles para llegar a la paz. Ahora nos hace llegar otro comunicado, donde presenta de nuevo al independentismo vasco como la víctima del Estado español, acusando a las instituciones democráticas de perseguir las ideas y actos 'abertzales' mediante la represión. En clara respuesta a las últimas actuaciones judiciales y policiales contra miembros de ETA, la banda exige al Gobierno "el cese total de la represión, los ataques contra el Colectivo de Presos Políticos a través de la aplicación de leyes de excepción y la presión, chantaje y extorsión contra las actividades políticas de la izquierda independentista".

Con estas palabras, ETA confunde la realidad, al insinuar que el Estado de Derecho es el verdugo y los etarras, los libertadores de una sociedad vasca oprimida. Nada de eso. Más bien al contrario. Esos a los que llama presos políticos no son tales, sino que son asesinos o cómplices de ello. Son ellos los que están chantajeando y extorsionando a la sociedad vasca y al conjunto de España desde hace cuarenta años, no el Estado como intentan hacer ver. Su lucha no tiene sentido, con sus palabras demuestran que no aceptan el funcionamiento de las sociedades democráticas, donde el respeto al Estado de Derecho es esencial para la convivencia.

El nuevo comunicado supone un desafío al Gobierno, justo en el momento en que Zapatero calentaba motores para iniciar la negociación con la banda. También es la constatación de que siguen reclamando un derecho de autodeterminación que el Estado nunca podrá concederle, y menos como resultado de un chantaje. Y es que su desafío al Ejecutivo de Zapatero es todo un ataque a las bases más elementales del Estado de Derecho: "Que ninguna legislación, ordenamiento jurídico ni Constitución sea obstáculo o límite en el desarrollo de la decisión que mayoritariamente adopte el Pueblo Vasco", reclaman los terroristas, en un intento por cargarse las reglas de juego que deben guiar los pasos en este proceso que ahora se tambalea.

Como correspondía ante semejante dislate, el Gobierno ha estado hábil tras conocerse el comunicado y, por boca del ministro Rubalcaba, ha sido contundente al reclamar a ETA que deje la violencia y abandone las esperanzas de lograr sus objetivos políticos. Están equivocados si piensan que la Justicia debe dejar impunes sus actos o que el terror es un medio para alcanzar metas políticas. Su único destino es disolverse y llevar a cabo sus reivindicaciones por la vía pacífica, atendiendo a las reglas marcadas por la ley y agrupándose en formaciones políticas, no en organizaciones terroristas. Esa es la única vía posible para que escuchemos sus peticiones. Lo demás es inaceptable, y no lo vamos a consentir. Que lo tengan bien claro: son ellos los que tienen que cambiar, no nosotros.

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lunes, junio 19, 2006

Amarga victoria, fracaso de todos

Carod, Mas, De Madre y Piqué (falta Saura, nada raro),... el cuarteto continúa desafinando
En ocasiones, la línea que separa la victoria del fracaso es demasiado débil y, en esos momentos, la sensación de derrota frena cualquier sentimiento de euforia por haber vencido. Aunque no lo reconozcan, algo de esto rondará esta noche por la cabeza de todos aquellos que han promovido el Estatuto de Autonomía de Cataluña, comenzando por el presidente de la Generalitat, Maragall, y acabando con el del Gobierno, Zapatero. El pueblo estaba llamado a las urnas para refrendar el texto estatutario y han decidido que sí, que quieren que haya un nuevo estatuto que sustituya al vigente desde 1979. Pero ha habido más de un 50% de ciudadanos que han desestimado su derecho a opinar en las urnas, que han callado ante el texto que le ofrecían los poderes públicos catalanes.

Los promotores del Estatut (PSC, CiU e ICV) han cantado victoria: el 73,9% de los electores ha apoyado la nueva ley de leyes autonómica. Están contentos con este resultado, y no es para menos, teniendo en cuenta que los partidarios del 'no' sólo han conseguido acaparar un 20,7% de los votos. Con estos números, el texto saldrá adelante con el beneplácito de una holgada mayoría. Sin embargo, el partido más contrario al Estatut, el Popular, se ha encargado de recordarles que su victoria tiene claroscuros: la participación se situó en el 49,4% del censo, es decir, más de la mitad de los llamados a votar prefirieron dedicar su domingo a cuestiones menos trascendentales.

El desinterés ante el texto es evidente. ¿Desconocimiento? Es difícil con los ríos de tinta que han corrido sobre el asunto. ¿Desmovilización? También complicado teniendo en cuenta la crispación que invade el ambiente político. ¿Apatía? Quizá. ¿Cansancio hacia las iniciativas políticas? Seguro. ¿Irresponsabilidad ciudadana? También, porque lo responsable en estos casos es votar, aunque sea en blanco. Aunque, de todas formas, no se puede pedir responsabilidad a los ciudadanos cuando ni siquiera sus representantes políticos dan ejemplo de ello.

SÍ: 73,9%; NO: 20,7%; BLANCO: 5,3%; PARTICIPACIÓN: 49,4%. Haga su interpretación particular
Según la base argumental del PP, dos de cada tres ciudadanos se han desentendido del proyecto apadrinado por Zapatero. Por lo tanto, el Estatut no cuenta con el respaldo de la amplia mayoría de los catalanes. Según los partidos del 'sí', su victoria ha sido clara y el recuento de votos así lo atestigua. Así que el Estatut tiene aceptación de sobra entre los electores. Ni los unos van a reconocer que han perdido ni los otros van a aceptar que han protagonizado una victoria pírrica. Como suele ocurrir en todos los procesos electorales, resulta que todos han ganado,... o así lo creen ellos, porque en realidad aquí no ha ganado nadie. Más bien al contrario, el pueblo catalán ha castigado a todos sus actores políticos.

Hoy Cataluña huele a fracaso
: el PP nunca levantará cabeza con su eterna cerrazón a los cambios, ERC seguirá radicalizándose a base de incoherencias, el PSC se sostiene precariamente entre las presiones de unos y otros, CiU trepa aprovechando los fallos de los demás, ICV hace lo que puede con su escaso apoyo ciudadano, y el pueblo pasa olímpicamente de los asuntos que les atañen como ciudadanos. Lo dicho, un fracaso que no hace vislumbrar ninguna alternativa viable de futuro. Y lo peor es que nadie se molestará en hacer autocrítica. Una pena.

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viernes, junio 16, 2006

Europa no sale del congelador

La típica foto que se hacen los líderes europeos después de las clásicas cumbres que no sirven para nadaLa cumbre de la Unión Europea que se celebra en Bruselas ha cumplido con las expectativas. Es decir, no ha servido para mucho. Después de la reunión de los líderes del los veinticinco países del club, Europa sigue en el mismo punto en el que se encontraba hasta ahora: en punto muerto. La causa de la parálisis que afecta a la Unión se encuentra en la negativa de los ciudadanos franceses y holandeses a la Constitución, ese tratado que se anunciaba como la única forma capaz de coordinar una Europa que se hace más ingobernable con cada ampliación. Después de este descalabro, los Veinticinco se dieron un tiempo para pensar una salida a la crisis: ¿qué hacer con la Constitución? ¿Seguimos votándola tal cual está e intentamos convencer a los ciudadanos contrarios a ella? ¿O la modificamos para llegar a un texto consensuado que contente a todas las partes? La solución era difícil, tan difícil que los líderes no han conseguido encontrarla.

La cumbre de Bruselas no ha servido para llegar a un acuerdo definitivo,... ni siquiera para alcanzar un principio de acuerdo. El único avance ha sido la introducción de un calendario, que ya es algo. Los países que votaron 'no' piden que se cambien los puntos conflictivos, aquellos que despiertan el rechazo ciudadano al considerar que es un texto con tintes neoliberales. Los países que mostraron su conformidad, entre ellos España, no aceptarían una constitución que se distanciara demasiado del texto que se sometió a consulta popular. Como no hay un punto en común, los miembros del club europeo han decidido alargar la crisis constitucional y postergar la decisión hasta el año 2008, con lo que el Tratado no sería efectivo hasta después de 2009. Mientras tanto, la Unión Europea seguirá inmersa en una parálisis institucional, dos años después de la mayor ampliación de su historia y con vistas a futuras ampliaciones en los Balcanes y Turquía. De momento, el año que viene se unen Bulgaria y Rumanía; el resto no tiene fecha todavía.

La lógica hace prever que finalmente tendremos que refrendar un texto diferente al que nos dieron a votar hace un año y medio. Los franceses y los holandeses no aprobarán la misma constitución que rechazaron en 2005. Precisamente, será Francia una de las potencias con mayor poder de decisión sobre la suerte de la Constitución europea, puesto que los Veinticinco han firmado la propuesta del presidente de turno, el austríaco Wolfgang Schüssel, de aplazar el debate hasta el segundo semestre de 2008, momento en que el país galo asumirá la presidencia de la UE. Antes de eso, en los primeros seis meses de 2007, Alemania tendrá que elaborar un informe para determinar el grado de consenso entre los países respecto a la Constitución. Con todo, tendrán que pasar tres años hasta que podamos ver un texto definitivo. Eso sí, siempre y cuando no aparezca otro escollo en el camino.

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martes, junio 13, 2006

Estado de exaltación

La actitud de la figura de 'El grito' de Munch recuerda a muchas actitudes vistas durante estos díasLa calle está exaltada. Los últimos días nos han dejado tristes acontecimientos, provocados, sin lugar a dudas, por el estado de crispación que promueven los partidos políticos en España. Hace una semana, el periodista Arcadi Espada era increpado y agredido por energúmenos de la extrema izquierda catalana. Espada se dirigía, junto con otros intelectuales catalanes, a un acto de Ciutadans de Catalunya, donde se iba a alertar de la radicalidad en que se está sumergiendo el nacionalismo en esa región.

Pocos días antes, un ciudadano había aprovechado una jornada de puertas abiertas en el Congreso para derramar mercromina junto a un retrato de Miguel Ángel Blanco sobre el escaño del presidente del Gobierno. Después de ser expulsado del hemiciclo explicó que pretendía simbolizar que Zapatero tiene las manos manchadas de sangre por promover la negociación con ETA.

Durante los días anteriores a la manifestación organizada por la AVT (y amplificada por el PP y la Cope), el locutor estrella de la cadena radiofónica "aconsejó" al alcalde madrileño Gallardón que no apareciera por la plaza de Colón si no quería correr igual suerte que Bono. Losantos se refería a aquella manifestación, también de víctimas del terrorismo, en la que el ex ministro fue agredido por simpatizantes de la derecha.

Los últimos casos de exaltación los está recibiendo Rajoy en sus visitas a Cataluña para defender el 'no' al Estatut. Primero fue en Hospitalet, donde los clientes y dependientes de un mercado le dedicaron una cacerolada y un abucheo acompañado de insultos; ayer fue en Granollers, en un mitin de donde Rajoy y Piqué tuvieron que salir protegidos por la policía.

Muchos de los altercados referidos más arriba han sido protagonizados por elementos radicales que hacen de la violencia su máxima forma de expresión; pero otros tantos enfrentamientos han sido obra de ciudadanos en apariencia pacíficos. Quienes así actúan no hacen más que reflejar el ambiente que se vive habitualmente en el Parlamento y en los medios de comunicación. Y es que, cuando el enfrentamiento se traslada a la calle, los debates políticos se convierten en una bomba de relojería. Los partidos políticos (también muchos medios) no están siendo responsables al fomentar la radicalización de la sociedad. Ya quedan pocos a salvo,... ¿quién no se ha indignado al hablar de política en las últimas semanas? El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.

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jueves, junio 08, 2006

Vuelos de la CIA: la callada por respuesta

La CIA utilizó el aeropuerto de Mallorca como base de operaciones de los vuelos que transportaban presos de forma ilegal en el marco de la lucha antiterrorista. Es una de las conclusiones de un informe del Consejo de Europa, que incluye a España en la lista de países europeos donde se desarrollaron estas operaciones secretas. Pero el informe va más allá, al revelar la "connivencia" del Gobierno español con los servicios secretos estadounidenses en la ejecución de estas prácticas que atentan contra los derechos humanos: los presos eran trasladados de forma ilegal a cárceles ocultas repartidas por medio mundo, donde se les torturaba para extraer información y se les encarcelaba sin probar su implicación en los delitos que se les atribuían. Y en toda esta trama, el aeropuerto de Mallorca servía como punto de enlace, como base para preparar las operaciones y como punto de descanso para los espías de la CIA.

Al conocer el informe del Consejo de Europa, una pregunta salta inevitablemente a la mente: ¿Sabía el Gobierno de Zapatero que se estaba utilizando suelo español para cometer actos ilegales?. Si lo sabía, ¿por qué lo permitió?; y si no lo sabía, ¿cómo es posible que no hubiera sido informado? Obviamente, todos intuimos que el Gobierno sabía lo que estaba ocurriendo; quizá no conocía todo el alcance de estos vuelos ni las prácticas ilegales que desarrollaban los americanos, pero sería de ilusos pensar que el CNI no estaba informado y que los servicios secretos españoles no hubieran dado parte al Ejecutivo. Entonces, ¿por qué no se evitó? El Gobierno ha demostrado en esta ocasión ser poco fiel a esos principios que enarboló cuando rechazó de plano la guerra de Irak y las posteriores torturas a presos iraquíes. Ni siquiera ha ofrecido una explicación mínima para los hechos que denuncia el Consejo de Europa (y también el Parlamento europeo y Amnistía Internacional): en su momento, Moratinos se limitó a negar cualquier colaboración con la CIA en este asunto, pero ahora no ha habido respuesta. ¿Por qué?

Es cierto que se trata de un tema escabroso, en el que intervienen los servicios de espionaje de todo el mundo y, por tanto, se le da un tratamiento de secreto oficial (una categoría peligrosa que se puede utilizar de forma perversa para negar a la sociedad la información que necesita). Muy bien, que no hagan públicos los extremos de esta trama porque, posiblemente, se pondría en peligro la seguridad del Estado; pero eso no es eximente para que los ministerios de Defensa, Asuntos Exteriores e Interior den una explicación a los grupos parlamentarios en el seno de la comisión de secretos oficiales del Congreso. Sólo de esa forma se despejarían las dudas sobre la actuación del Gobierno respecto a los derechos humanos de los presos de la guerra contra el terrorismo. Mientras, seguiremos pensando que son cómplices del recorte de libertades emprendido por Bush.


ACTUALIZACIÓN (9-6-2006; 18:56):

El Gobierno se ha apresurado a desmentir la complicidad con los vuelos de la CIA denunciada por el Consejo de Europa, y para ello ha puesto en marcha un plan de información que afecta a todos los ministerios y organismos implicados. El ministro de Exteriores, Moratinos, será el encargado de defender "la reputación" de España en el Parlamento Europeo; el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y el director del CNI, Alberto Sáiz, comparecerán en el Congreso para excusar a los servicios secretos españoles; y el ministro de Defensa, José Antonio Alonso, contradice al informe del Consejo al negar que el Gobierno tuviera conocimiento de que se hubiera "cometido ningún tipo de ilegalidad" en territorio español. ¿Entonces? Si no sabían nada, podemos llegar a la conclusión de que los servicios secretos españoles y los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores no son capaces de controlar lo que ocurre en suelo español... Sigo preocupado.

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miércoles, junio 07, 2006

Rajoy se apunta al juego sucio

Después del ridículo en el Debate sobre el Estado de la Nación y la presión del ala dura del PP, Rajoy se lanza a la radicalidad para seguir teniendo presencia en el partidoMariano Rajoy se ha dejado llevar, definitivamente, por el ala dura del Partido Popular. Acebes ha impuesto su estrategia de oposición carroñera, con lo que el PP se adentra, esta vez sin disimulos, por la senda de la radicalidad. El principal partido de la oposición, con vocación de alternativa de gobierno, ha decidido jugar sucio con un tema en el que la unión de todas las fuerzas políticas democráticas es fundamental. Con esta actitud de ruptura vuelve a quedar claro que lo que importa en el PP es el desgaste de Zapatero, dejando en un segundo plano la resolución del problema del terrorismo.

Su propuesta para luchar contra ETA se basa en el inmovilismo, en la confianza en que la fuerzas policial y judicial son el único medio válido para que los etarras depongan las armas. Niegan cualquier posibilidad de diálogo y han utilizado el anuncio de la apertura de contactos entre el PSE y el partido ilegalizado Batasuna como la excusa perfecta para erosionar al Gobierno. Rajoy ha acudido al Congreso para dar nuevas muestras de la intransigencia de la derecha, saliendo al atril con un tono que chirría con su carácter conciliador,... aunque del Rajoy de antes ya no queda nada, ¿dónde quedó aquella persona serena con la que se anunciaba un cambio de aires en el ala derecha del hemiciclo? ¿Por qué ha asumido la misma cara de pocos amigos de la que hace gala Acebes? ¿De verdad siguen intentando conquistar el centro?

El juego que está desplegando el Partido Popular es extremadamente peligroso. La imagen que está dando la democracia española ante los terroristas es vergonzosa; las zancadillas del PP no ayudan en nada a que ETA asuma la actitud que todos deseamos. El Gobierno tiene la obligación de explorar el camino para encontrar una solución al conflicto entre ETA y el Estado, y la oposición debe actuar como un apoyo a la política antiterrorista, nunca como un obstáculo. Utilizar este asunto para conseguir réditos electorales es, sencillamente, vergonzoso. Pensemos por un momento en la posibilidad de que ETA vuelva a las andadas: inevitablemente, aquellos que se mueven en la órbita de la derecha sacarán tajada de la desgracia colectiva. Y eso es inmoral, se mire por donde se mire.

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lunes, junio 05, 2006

¿Y con quién iban a hablar si no?

Después de unos meses de relativa calma, el ciudadano vuelve a encontrarse, para su desgracia, con nuevas dosis de fuego cruzado entre los principales partidos de nuestra escena política. Las buenas maneras que parecían haberse instalado en el debate sobre ETA han desaparecido: nuestros dirigentes han vuelto a destapar la caja de los truenos para echarse mutuamente las culpas de haber roto el consenso sobre el proceso de paz. Parecía que se había llegado a un principio de acuerdo para que el Gobierno intentara encontrar una solución al conflicto; la sociedad, aunque con ciertas reservas, daba su consentimiento a que el Ejecutivo de Zapatero entablara una negociación con representantes de la banda terrorista o de su entorno. Pero todo esto ha saltado por los aires.

De pronto, la línea dura del PP reaparece con más fuerza todavía, negando su apoyo al Gobierno en el camino que había emprendido. Acebes vuelve a convertirse en portavoz virtual del partido, y con él aparecen de nuevo las acusaciones de rendición ante los terroristas, cesión al chantaje y deslealtad a España. El discurso de siempre, pero con altavoces. El descomunal enfado de la derecha viene después de una sentencia de Grande-Marlaska, en la que salva de la cárcel a líderes de la izquierda abertzale, y del anuncio de Patxi López, que adelantó un encuentro entre los socialistas vascos y la ilegalizada Batasuna. Para el PP estos dos acontecimientos suponen una ruptura de la promesa hecha por Zapatero: "Primero la paz, luego la política", una frase con la que el presidente intentaba garantizar que no habría ninguna negociación con el entorno etarra hasta que no se hubiera verificado la intención real de ETA de dejar las armas.

¿El fin justifica los medios? Es la pregunta obligada. En este caso, mi respuesta es: ¿Por qué no? ¿Cómo se va a resolver el conflicto si no es hablando con quienes son parte de esta lucha? Batasuna es una organización ilegal que da amparo a una banda terrorista. Su pasado merece la más amplia repulsa de todos los demócratas. Pero estamos obligados a escuchar sus razones si queremos que estos cuarenta años de violencia toquen a su fin. La sociedad se escandaliza cuando oye hablar de una posible legalización del partido, de un diálogo entre el Gobierno (o el PSE) y el partido abertzale,... pero, ¿de qué manera se puede llegar a un entendimiento si no es hablando? No nos engañemos: la legalización de Batasuna sería una excelente noticia. Eso implicaría que los partidarios de ETA habrían aceptado las reglas de juego democráticas, esas que establece la Ley de Partidos que se concibió como un instrumento para evitar la presencia de terroristas en la política española. No se les pide que abandonen sus ideales, sino que los defiendan con la palabra, en lugar de con las armas o la extorsión. Ese es el objetivo. Y para conseguirlo, ¿por qué no hablar con ellos?

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