miércoles, agosto 08, 2007

El PP se queda sin argumentos

(elmundo.es)La verdad siempre acaba imponiéndose y los mentirosos, retratándose. Después de cuatro años soportando las falacias del Partido Popular, todos sus argumentos de oposición carroñera han terminado por derrumbarse. Intentaban dejar al Gobierno con el culo al aire, pero lo único que ha quedado en evidencia es que la derecha española, la de Rajoy en la tierra y Aznar en los cielos, ha perdido el norte.

Querían hacernos creer que España se rompía y el Estatuto de Cataluña era su prueba. Finalmente, los catalanes seguirán siendo españoles, mientras el PP apoya para otras comunidades estatutos similares al estigmatizado en Cataluña. También quisieron difundir la idea de que Zapatero había pactado con ETA la entrega de Navarra al País Vasco, como primer paso para la separación de los vascos de la unidad nacional. Para avalar su maximalista teoría, anunciaban un pacto de los socialistas navarros con Nafarroa Bai, coalición de nacionalistas formada por una escisión de la banda terrorista. Pero, de nuevo, se ha visto que la realidad es otra. No hay acuerdo alguno y, para más inri, el PSOE da el poder en Navarra al partido hermano del PP en la Comunidad foral, pasando por alto todas las ofensas, calumnias y mentiras políticas que ha tenido que soportar por parte de la propaganda de UPN.

Por no hablar de aquella teoría que intentó vincular al PSOE con el 11-M, o de aquella otra que aseguraba que los socialistas querían destruir la moral en España casando a los homosexuales,... Uno tras otro, sus malos augurios se han ido cayendo por su propio peso. Pero ni rectificarán ni cambiarán su rumbo de oposición. De hecho, todavía hoy hay quien sostiene que Zapatero rompe España. Allá ellos.


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lunes, julio 23, 2007

La estupidez convertida en símbolo de libertad de expresión

Conde-Pumpido y el juez Del Olmo se han lucido. Su inflexible interpretación de la ley, unida a una exagerada genuflexión ante la Corona, han provocado que todos los españoles hayan convertido una estúpida y grosera viñeta en el gran símbolo de la libertad de expresión en este país. Con su acto de trasnochada censura a El Jueves, estos patosos hombres de justicia nos han obligado a defender una viñeta que, más que una injuria a la Corona, es un atentado contra el buen gusto y un dudoso ejemplo para el oficio de viñetista. En otros tiempos se perseguía a poetas por esconder en sus obras signos de rebeldía contra el régimen imperante o a hombres de ciencia por contradecir las doctrinas de la poderosa Iglesia... ahora nuestros jueces nos retrotraen a aquellos periodos infames y se dedican a perder el tiempo persiguiendo dibujos inocentes cuya única culpa es dañar a nuestra inteligencia: motivo poco suficiente para secuestrar una publicación y encausar a sus autores.

Así que, haciendo de tripas corazón, me veo obligado a reproducir esta estúpida viñeta, no por su valor humorístico, que no se lo encuentro, sino por unir mi voz a la de todos aquellos que han sufrido la mordaza de esa otra estupidez histórica: la censura.

Postdata: Fiscal, juez... ¿me obligaréis a borrar este post? ¿cerraréis Blogger? ¿multaréis a todos los blogueros que han difundido vuestra patraña? ¿y a todos los medios de comunicación que han mostrado la portada?... tenéis trabajo.


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lunes, julio 16, 2007

Madrid, contaminación y saturación... de calidad

Aquí tenemos un nuevo estudio inútil, con valoraciones subjetivas y conclusiones grandilocuentes que se basan en los tópicos de siempre y ahondan poco en la realidad. Se trata de un informe realizado por la revista Monocle Magazine y publicado en el diario Herald Tribune, donde se sitúa a Madrid como la décima gran ciudad del mundo con mejor nivel de vida (¿?). No niego que Madrid, comparada con otras grandes ciudades europeas y americanas, sea una buena ciudad para vivir... por algo he puesto el huevo aquí. Pero de ahí a colocarla entre las capitales con mejor calidad de vida va un trecho.

Porque este estudio aparece cuando acabamos de enterarnos de que Madrid supera en un 26% los límites de nitrógeno soportables para nuestros pulmones; que es una de las 30 ciudades más caras del mundo; que sí, prosperamos, pero a costa del empleo de los jóvenes y de olvidarnos de comprar una vivienda;...

Madrid está entre las mejores ciudades para vivir, sí,... siempre y cuando trabajes al lado de tu casa y no tengas que esperar una hora a que el tren arranque en los túneles del Metro, o no te quedes atascado entre miles de coches cada vez que caen unas gotas de lluvia. El estudio valora el bajo precio del transporte. ¡Sólo faltaba! 40 euros por un abono transporte no es mucho dinero, pero si tenemos en cuenta la calidad del servicio es más de lo que deberíamos pagar. El metro se avería, los autobuses se colapsan y el Cercanías pasa con una cuestionable 'regularidad'. Ése es el estado real del transporte madrileño.

Por no hablar de la sanidad, con los servicios de urgencias de los grandes hospitales permanentemente saturados; o de la delincuencia, con navajazos todas las madrugadas, robos en el metro cada vez que algún incauto se descuida o asaltos a viviendas sin que la policía mueva un dedo por evitarlos.

Pero no todo son quejas. Nos llenamos los pulmones de nitrógeno, nos cuesta comprar una casa, el transporte es un infierno y estamos expuestos a unos delincuentes que quedan impunes, pero eso sí, como dice el informe, aquí tenemos "una efervescencia cultural y un estilo de vida de 24 horas". Todo sea por tener un un rato para tirarnos al sol en El Retiro, por los museos y la oferta teatral y de conciertos musicales, por las cañas, la sangría y los bocadillos de calamares y, en definitiva, por la fiesta... y olé. Así nos ven, todavía hoy. La pregunta es: ¿somos así en realidad? Quizá. Tercermundistas, pero contentos.

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sábado, julio 14, 2007

Las trampas del mal perdedor



"En un partido de fútbol todo el mundo entiende que debe ganar el que más goles meta; por eso, debe gobernar el partido que más votos saque".


Mariano Rajoy nos vuelve a sorprender. Hoy nos deja una de sus ingeniosas comparaciones destinadas a convencer a "la gente sensata" de que el PP, y sólo el PP, tiene la propiedad de la razón absoluta. Su afinado uso del lenguaje suele funcionar. Pero últimamente su sorna gallega le está fallando. El líder popular se ha retratado, dejándonos una perla que dice mucho de su concepto de democracia. Para Rajoy, las elecciones democráticas son como un partido de fútbol: un espectáculo, un uno contra uno. El problema es que olvida que en nuestro sistema político existe la libertad de opinión, lo que se materializa en una amplia variedad de sensibilidades ideológicas que tienen todo el derecho a pactar entre ellas. Porque en eso se basa la democracia, en el entendimiento entre personas que piensan diferente. Por tanto, deberían dejar de buscar el problema en la Ley Electoral para intentar encontrarlo en su propia actuación. Insultar, confrontar y demonizar al adversario no es la mejor forma para llevarte bien con quienes no piensan como tú. Así que, si los 'insensatos' no quieren gobernar con ellos, por algo será. No le eche la culpa al árbitro, señor Rajoy.

Documentos relacionados:

- Ley Orgánica del Régimen Electoral General

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martes, julio 10, 2007

Vuelve Bono... si es que alguna vez quiso irse


Fuimos muchos los que no nos creímos aquella despedida de Bono de la política. Ahora, poco más de un año después, el ex ministro nos da la razón y se plantea volver al ruedo. Según cuentan, el presidente Zapatero le ha picado, ofreciéndole liderar las listas por Toledo en 2008, con vistas a sustituir a Marín en la Presidencia del Congreso. Bono no ha confirmado publicamente si acepta; pero tampoco ha mostrado su rechazo. Simplemente ha vuelto a dejarse querer. Pero no debe obviarse que liderar el Parlamento es tentador. Es un puesto hecho a su medida: le permitiría seguir extendiendo su mito de político centrista y conciliador, además de convertirse en el gran protagonista de cada sesión. Bono en estado puro. Y no sólo eso. Dirigir las sesiones parlamentarias puede ser una estupenda plataforma para dar el próximo paso,... para sacarse la espinita que tiene clavada desde que Zapatero le arrebató un liderazgo que ya creía ganado. Al fin y al cabo, Bono esperará agazapado, bien desde el Congreso o bien desde su casa, a que Zapatero se pegue el batacazo para erigirse en el renovador, en la esperanza, en el cambio,... en definitiva, en lo que más anhela ser: el líder de los socialistas españoles.

Artículos anteriores:
- ¿Podrá Bono vivir apartado?

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sábado, julio 07, 2007

Los delincuentes lo tienen fácil

Es triste decirlo, pero gran parte de la culpa del aumento de la delincuencia en España es de la ineficacia de la Policía. España se ha convertido en un destino de privilegio para las bandas organizadas o los delincuentes comunes, que saben que robar es fácil en un país donde sus policías se dedican a calentar el asiento en las comisarías y a lamentarse por lo mal pagados que están y lo mucho que les hacen trabajar los ciudadanos. Robos en domicilios, atracos, violaciones, asesinatos,... no es que estemos en un país de locos, es que aquí la policía desatiende sus funciones. Si alguien cree que exagero, que lea mi experiencia. Os lo cuento.

El pasado jueves entraron a robar en mi casa. Sentí rabia, impotencia, inseguridad en mi propia vivienda... pero cuando acudí a pedir ayuda a la policía mis sentimientos se transformaron en indignación por el mal trato al que fuimos sometidos. Y lo peor es la sensación de que lo ocurrido se puede volver a repetir, que los sinvergüenzas que se colaron en mi casa van a volver a hacerlo uno de estos días porque nadie se lo va a impedir.

Cuando llegué a casa alguién había metido un palo en mi cerradura para que no pudiera acceder al interior. Aconsejado por mi compañero de piso, llamé a la policía. Era posible que nos hubieran robado y, es más, podía ser que el ladrón estuviera todavía dentro. Cuando llegaron los agentes, dijeron, visiblemente molestos por haberles sacado de la comisaría, que eso no tenía pinta de ser un robo, que sería una broma y que llamara al cerrajero. Seguí sus recomendaciones: llamé al cerrajero y, mientras llegaba, fui a comisaría para denunciar los daños de la cerradura.

Comisaría de Tetúan, plaza de La Remonta, Madrid. Llegamos ante el policía que iba a tramitar mi denuncia. Le contamos la situación y nos dice, entre risas: "¿Y venís a denunciar esto? Os podíais haber ahorrado un viaje y venir cuando abráis la puerta, porque os han robado seguro". Repito, entre risas. Y en ese momento yo me pregunto: "Si está tan claro que nos han robado, ¿por qué no ha comprobado el agente si el ladrón todavía estaba dentro de mi casa?". Ya no lo sabremos. Si estaba, escapó delante de sus narices.

Vuelvo a mi casa. Llega el cerrajero. Entro y, en efecto, las habitaciones parecen un campo de batalla. Volvemos a la comisaría y el agente, con aire impertinente, nos espeta: "Nos volvemos a ver, ya os lo dije, antes habéis venido para nada". Muy bien, señor policía, pero en este momento sus gracias sobran, ¿no se ha dado cuenta?. Nos toma los datos y nos comunica que no toquemos nada hasta que llegue la policía científica. Y aquí empieza lo grave. Esta es la conversación: - "¿A qué hora vienen?". - "Mañana por la mañana".- "¿Y no pueden venir cuanto antes (eran las 18.30h)?.- "Por las tardes no trabajan".- "¿La científica no trabaja por la tarde?".- "No, no trabaja". Nuestra cara de incomprensión fue notable. La policía científica, pagada por nuestros impuestos, se permite la licencia de no trabajar por la tarde, en una ciudad como Madrid donde los robos están a la orden del día. Pues nada, nos buscamos la vida porque no podemos dormir en nuestra casa.

Llega la mañana siguiente y nos despertamos pensando que la policía científica va a hacer todo lo posible por recabar pruebas que le lleven a los delincuentes. ¡Qué ilusos! Su gran trabajo de investigación se basó en buscar huellas. Cuando vieron que habían utilizado guantes dieron punto y final a su actuación. Y de ahí, a tomar unas cañas al bar. Ni una pregunta a los vecinos, ni una pregunta a nosotros, ni una comprobación para averiguar por dónde entraron,... nada de nada. Hay unos ladrones sueltos y ellos no se van a encargar de buscarlos. Los delincuentes lo saben y por eso roban. La policía española es el hazmerreir de los malhechores,... y los ciudadanos somos el hazmerreir de nuestra policía.

Pero no te quejes, que encima te tratan a patadas. Volvemos a ampliar la denuncia después de hacer el recuento de las pertenencias que nos habían quitado. Y el cachondeo policial llega ya a extremos insoportables. Nuestra denuncia tiene que esperar "por tiempo indeterminado" porque no hay personal suficiente y los que hay, dicen, "están hasta arriba". Nos piden que hagamos la denuncia por teléfono, llamando a un 902. Un 902, ni siquiera un número gratuito. ¿No pago ya suficientes impuestos? Al otro lado del teléfono nos atiende una chica que ni siquiera es policía, que no sabe hacer denuncias y que nos hace gastar cerca de 20 euros después de 30 minutos de conversación.

Tras dos días de tensión por el robo y de humillación por sentirnos ninguneados por los "servidores del ciudadano" estallamos en las dependencias policiales y les pedimos explicaciones por el trato dado. Por no haber comprobado si los ladrones estaban dentro de la vivienda, por haberse reido de la pérdida de nuestros escasos objetos de valor, por habernos mareado sin darnos un procedimiento de actuación claro, por no tener un horario completo de atención a los ciudadanos, por no investigar diligentemente los hechos para encontrar a los autores del robo, por no evitar que vuelvan a hacerlo, por tener que pagar para denunciar, por no tener a gente competente en sus filas... "Esto no es un buen servicio al ciudadano", les digo. Y para mi asombro uno de ellos, con la vena en el cuello, nos grita: "Fuera de la comisaría ahora mismo, no tengo por qué aguantar esto". En fin. Él no tiene que aguantar que les destapen su incompetencia, pero en cambio nosotros sí que tenemos que aguantar que no nos traten como es debido.

Finalmente, me siento para hacer la denuncia. Y a mitad del proceso, en la sala de denuncias, dos de esos "estresados" policías que estaban "hasta arriba de trabajo" se dedican a echar un pulso sobre una mesa de la comisaría, otra de ellos pierde 10 minutos en llamar a un amigo para quedar con él después del servicio, otro se pasea por la sala como si no tuviera ni oficio ni beneficio haciendo chistecitos con el resto,... Y mientras, yo, robado, ultrajado, humillado, ninguneado e ignorado seguiré leyendo en los periódicos, día tras día, que este país llega a niveles alarmantes de delincuencia. Ahí tienen la explicación. Que alguien haga algo, por favor.

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sábado, enero 13, 2007

13-E: Yo quería manifestarme contra ETA

El lema cambió, pero el PP no apareció por allí. Y los manifestantes no se lo perdonaron
Zapatero habrá dormido hoy tranquilo. La manifestación convocada para reivindicar la paz y reiterar el rechazo a ETA se convirtió en un clamor popular en apoyo al presidente del Gobierno y en un reproche a la derecha por boicotear la unidad contra el terrorismo. A pesar del fracaso del proceso para alcanzar el fin de la violencia, la izquierda ha vuelto a llenar las calles, después de tres años copados por las protestas de la derecha. "Zapatero, no estás solo" fue el lema más coreado por los manifestantes, compitiendo en protagonismo con "Contra el terrorismo, unidad" y "Dónde está, no se ve, al PP ni a la AVT". En fin, las pancartas dejaban claro cuál fue el motivo de la manifestación: por la paz, contra el terrorismo... (y además) con Zapatero, por la unidad.

PAZ. Una marea de pancartas blancas con la palabra PAZ llenó el Paseo Recoletos y la calle Alcalá de Madrid. La gente se entusiasmaba con los lemas contra el PP y a favor de Zapatero. Aunque también se escucharon condenas al terrorismo de ETA

La palabra PAZ fue inundando Colón hacia las seis de la tarde. Las pancartas que iban llegando anticipaban que ésta no iba a ser una manifestación sólo contra el terrorismo. Del mismo modo que las recurrentes concentraciones de la AVT tiraban sus dardos a la diana del Gobierno, la manifestación del 13-E fue un acto de indignación de la izquierda contra la derecha. Habría sido deseable escuchar más cánticos contra el terrorismo y no ser mirado como un bicho raro cuando soltabas un "No a ETA". Era el momento de recordarle a ETA que no vamos a permitir que se salgan con la suya, no de ahondar más todavía la brecha que no conduce a ninguna parte. Sólo conduce al panorama de división que están buscando constantemente desde el PP. Aún así, los etarras también se llevaron un rechazo unánime de los manifestantes; este fue el momento más emocionante:

"ETA, ESCUCHA, ASÍ ES COMO SE LUCHA"



Si algo quedó claro en la manifestación fue que Zapatero no está sólo. Más de 170.000 personas dieron su bendición al presidente para que gestione como crea necesario el periodo que se abre tras la ruptura de la tregua. Los decibelios subían notablemente cuando se escuchaba el siguiente lema:

"HAY MÁS GENTE, CON EL PRESIDENTE"



Gallardón y Esperanza Aguirre fueron los políticos más recordados en el recorrido. Su ausencia, igual que la del resto de sus compañeros populares, no se entendía. Su estrategia política de división y de ruptura de los consensos básicos de nuestra democracia despertaban la indignación de los asistentes. Realmente, el PP no tenía ningún motivo justificable para no acudir a la concentración, tal y como se ha hecho siempre.

Quizá, la derecha no quiso participar en previsión de que la manifestación se iba a convertir en un plebiscito a favor de la política antiterrorista desarrollada por Zapatero. Pero, ¿se pararon a pensar por un momento en que si hubieran estado presentes nadie habría podido criticar su actitud? El gran reproche al PP fue su falta de lealtad, sus ansias de boicotear todo lo que huela a posible victoria de los socialistas. ¿No habría sido más inteligente por su parte (y, sobre todo, más responsable) haber acudido para desactivar las críticas a su espíritu destructivo y aprovechar el fracaso del proceso en beneficio suyo?

El 13-E volvimos a darle a ETA otra imagen de una España dividida, de una sociedad débil que no está en disposición de exigir a los terroristas que terminen con su locura inútil. ¡Qué lastima!

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viernes, enero 12, 2007

Qué pena me da esta España

Zapatero y Rajoy, dos hombres tranquilos arrastrados por sus malos consejeros hacia un clima de crispación
Somos el país más ridículo del mundo. Somos un país de resentidos, de irresponsables, de animales cegados por la falta de razón. Siempre lo hemos sido y dudo mucho que dejemos de serlo. Pensar con la cabeza fría no es lo nuestro. Pensar en el interés general, ¿para qué? No, todo lo resolvemos a lo grande, magnificando y exagerando hasta salir a ostias, esa palabra tan española y que tanto nos caracteriza. Y, mientras, el enemigo real, el que nos mata y nos priva de libertad, el que nos extorsiona y se ríe de nosotros, se regocija de ver lo ridículos que somos. Se frotan las manos y se carcajean al ver cómo nos confundimos de adversario y aprovechamos cualquier contratiempo para hacer sangre política a costa de la estabilidad de este país. Eso es lo que quieren y eso es lo que les estamos dando. ¿Estáis contentos? Qué pena me da esta España.

La guerra de las pancartas me ha hecho explotar. Estoy harto de los dichosos lemas y de las dichosas manifestaciones y contramanifestaciones. Que sí acudo, que no acudo, que si tú vas yo no voy, si él va me lo pienso y a quien no venga le que le den. De seguir así acabarán obligándonos a tener un lema propio para participar en las protestas contra los asesinos etarras. “¿Cuál es el tuyo?” “¿Mi qué?” “Tu lema, hombre”. “¿Mi lema? No sé, yo vengo aquí para mostrar mi indignación con los terroristas” “Ah, pues eso sólo no vale, tienes que elegir entre paz, diálogo, vida, libertad, legalidad, fraternidad, armonía, dimisión, unidad, rosas blancas o rojas,... y luego, si quieres, contra el terrorismo". Repito, qué pena me da esta España.

Mañana iré a la manifestación de Madrid para gritarle a los terroristas que no les queremos, que sentimos repulsa hacia ellos y que las bombas no nos van a amedrentar. ¿Mi lema? Está claro. Contra el terrorismo. Y lo demás, ¿qué mas da? ¿Libertad? Pues claro. ¿Unidad? También. ¿Paz? Faltaba más. Corro el riesgo de que una parte de los españoles, esos que se contramanifestarán no muy tarde para pedir la dimisión de Zapatero, la verdad sobre el 11-M y el olvido de la memoria histórica, me tachen de mal ciudadano y de enemigo de las libertades. Aún así, iré. ¡Van a venir ellos a dar lecciones de ciudadanía! Libertad, ¿recordáis? Peor ciudadano es el que antepone su odio ideológico a la protesta contra el enemigo común. Esa es parte de la España que me da pena.

¿A qué estamos jugando? Me apena comprobar que los terroristas han conseguido su obejtivo: nos han separado. El terrorismo de estos degenerados antisistema busca desestabilizar al Estado al que considera su enemigo, y qué mejor forma de romper el equilibrio que sembrando la discordia en la sociedad. El caso es que esta vez se lo hemos puesto fácil. Una bomba y ya está, todos como locos errando el tiro. Estamos donde estamos gracias a los partidos de mierda (resumamos con el PSOE y el PP), los políticos irresponsables (con perlas de Rajoy y Zapatero), las organizaciones manipuladas o manipuladoras (léase sindicatos y la maestra AVT) y los periodistas sedientos de sangre (todos, todos, y más). Estamos en el odio insensato y la división programada.

El bucle de crispación al que asistimos ha llegado a límites que hace un par de años, dentro de nuestra ingenuidad, no esperábamos. Ni siquiera hay un acuerdo para manifestarse contra el terrorismo todos juntos. Lo que empezó como un juego de estrategia política ha dejado de tener gracia. Cuando se tocan los sentimientos de los ciudadanos con burdas manipulaciones y temores infundados se entra en la peligrosa dinámica del enfrentamiento visceral. Al final, todos tendrán que dar explicaciones. En su momento.

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martes, enero 02, 2007

Más claro, el agua

















Alfredo Pérez Rubalcaba, ministro del Interior:

"El proceso está roto, está liquidado, está acabado, no hay proceso, porque ETA lo ha roto"
Como se suele decir en estos casos, se puede decir más alto, pero no más claro. La declaración de Zapatero en la que daba por "suspendidas" las negociaciones con ETA podía resultar ambigua. Así que el Partido Popular y la Asociación de Víctimas del Terrorismo no desaprovecharon la ocasión de seguir desgastando al Gobierno y pusieron en marcha su apisonadora para exigirle que aclarara el alcance de las palabras de Zapatero. Ya lo había dicho por activa y por pasiva, pero la presión ha obligado a Rubalcaba a salir a la palestra a expresar claramente lo que llevaba tres días diciendo: que después del atentado de Barajas no hay proceso que valga.

Desde la explosión en la Terminal 4, el Gobierno y el PSOE no han cesado de difundir su intención de dar por finiquitado el llamado proceso de paz, pero a la derecha no le parecía suficiente. De hecho, nada le parece suficiente. Ni la declaración de Zapatero suspendiendo las negociaciones, ni la postura del PSOE expresada por Pepiño Blanco ("No hay diálogo con violencia; y sin diálogo, no hay proceso"), ni las reiteraciones de éste diciendo a las claras que el proceso está "roto", ni las filtraciones del Gobierno al diario El País maquillando las declaraciones del presidente donde se reconocía la ruptura del proceso,...

Pero es que para el PP ni siquiera es suficiente la última comparecencia de Rubalcaba y ha vuelto a poner pegas. Ahora, en boca de su secretario de Libertades Públicas, Ignacio Astarloa, el PP quiere que sea Zapatero el que se ponga ante las cámaras para dar por rotas las negociaciones. En otras palabras, lo que el PP desea es que el presidente reconozca públicamente que su apuesta por el fin de la violencia ha fracasado, con la intención de que ponga de manifiesto su debilidad en el cargo.

Aquí todos juegan sus cartas con las elecciones municipales y autonómicas en la mente, no nos engañemos. El Gobierno no puede reconocer que ETA ha reventado para siempre su máxima baza electoral, y el PP no va a dejar escapar su oportunidad de desprestigiar a Zapatero. Mientras, los ciudadanos asisten perplejos, aunque acostumbrados, a un nuevo episodio de la guerra inmoral que se traen los dos partidos mayoritarios, con el PP atizando el fuego a costa de la estabilidad nacional y los problemas de Estado y el PSOE aprovechando de forma arrogante el tirón del caramelo que ETA le había puesto en la boca.

Esperemos que de todo este embrollo salga algo que merezca la pena, que esta traición asesina de los terroristas haya servido para que los partidos lleguen a un punto en común (vaya, que iluso me siento), ahora que el Gobierno ha decidido ceder algo de su orgullo para acercarse a las posiciones defendidas por el PP. Y es que la comparecencia de Rubalcaba también ha sido un intento por acercar posturas y, tal y como pedía el PP, el Gobierno propone fijar una estrategia común para luchar contra el terrorismo etarra. Lo nunca visto, el Gobierno dando su brazo a torcer ante las arremetidas de los 'populares' ¡Cómo ha cambiado el panorama, para bien o para mal! ¿Para bien o para mal?

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sábado, diciembre 30, 2006

El verdadero idioma de ETA

















Lo estábamos esperando, y ha llegado. ETA ha vuelto a aparecer utilizando el idioma que mejor controla, el de las bombas. La explosión de esta mañana en la T4 del aeropuerto de Barajas significa el particular regalo de Navidad de ETA al Gobierno y a los ciudadanos que tenían la esperanza de que la banda terrorista abandonara sus actos violentos. El año acaba, y con él ETA ha terminado con la posibilidad de llegar a un final dialogado de la violencia y con las esperanzas de los ciudadanos. El proceso está roto.

ETA ha introducido las bombas en la negociación y la ha hecho saltar por los aires. Las intenciones de los terroristas con esta acción no tienen una lógica racional. Si quería presionar al Gobierno para que cediera a sus exigencias, la maniobra no le ha funcionado. Si quería castigar a los negociadores por su negativa a relajar la presión sobre el entorno de la banda, también está equivocada, porque esta acción va a suponer un refuerzo de la lucha antiterrorista. Los etarras sólo han conseguido una cosa: que los españoles se unan en el rechazo enérgico a una banda tramposa, mentirosa y traicionera.

La acción de hoy parece ser un acto de venganza contra el Gobierno por no haber accedido a las exigencias planteadas en las negociaciones mantenidas durante los últimos meses. El atentado de ETA en Barajas muestra que los temores de los sectores cercanos a la derecha política hacia una posible rendición del Estado a los terroristas eran infundados. El Gobierno no ha aceptado el chantaje de ETA, y la banda ha respondido rompiendo la tregua que proclamó hace nueve años.

El instrumento de los demócratas para lograr el fin del terrorismo etarra eran las palabras, pero hoy nos hemos dado cuenta de que ETA no entiende ese idioma. Su verdadera cara ha vuelto a salir a la luz. Del mismo modo, Arnaldo Otegi se ha quitado la máscara de pacificador y se ha dejado ver como lo que es, el portavoz de una banda de asesinos. Su reacción al atentado no ha podido ser más cínica. Para Otegi, la explosión en el aeropuerto no implica la ruptura del proceso de negociación. Achaca la responsabilidad del atentado al presidente Zapatero y pretende que este acto sea un incentivo para continuar avanzando en el diálogo. Una curiosa forma de defender la violencia.

En las primeras horas después del atentado cabía la posibilidad de que la explosión hubiera sido obra de una escisión incontrolada de la banda. Pero corren las horas y cada vez está más claro que la dirección de ETA, esa que estaba sentándose a la mesa con los negociadores del Gobierno, está detrás de la explosión. La banda no tardará en difundir un comunicado justificando su violencia. Seguramente utilizará los mismos argumentos que Otegi para culpar al Gobierno de la vuelta a las andadas de los terroristas y acusará al Estado español de reprimir la libertad de los vascos... En fin, más de lo mismo. Mentiras, trampas, patrañas, y bombas. El único idioma que entienden. Vuelta a la realidad.

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martes, octubre 31, 2006

Ahorrar agua a golpe de factura



La ministra de Medio Ambiente ha vuelto a lanzar uno de esos globos sonda a los que ya estamos tan acostumbrados: Narbona propone gravar el consumo de agua cuando exceda de 60 litros por persona y día. En principio, era una buena idea, incluso ingeniosa, pero como habrán podido comprobar en el Ministerio, la propuesta no ha tenido mucha aceptación en la opinión pública. Y tal como vino se ha ido.

Sancionar el consumo excesivo de agua puede ser un buen principio para evitar el despilfarro que tanto daño está haciendo en esta época de sequía, sobre todo en el Levante español. Si la gente no ahorra por su cuenta, si no hay una concienciación a pesar de que este problema afecta a todos, la Administración se ve obligada a poner remedios más drásticos.

Pero en Medio Ambiente han pecado de ilusos si pensaban que la gente iba a aplaudir la iniciativa. Si a la gente le molesta que le pidan un poco de conciencia ecológica, ¿cómo no iba a molestarles que les hicieran rascarse el bolsillo como compensación a esos litros de más que se gastan al lavarse los dientes con el agua corriendo, bañarse en lugar de ducharse o llenar la piscina varias veces en verano?

En cierto modo, la idea del Ministerio era inaceptable, no por el transfondo sino por la excesiva restricción. Gravar el elevado consumo de agua es perfecto para disuadir a aquellos que piensan que los embalses se llenan solos, pero poner el límite en sólo 60 euros es castigar a todos los ciudadanos, sin excepción. Y es que el consumo hídrico medio en España es de 171 litros diarios por persona, casi el triple de lo que pretendía la ministra que consumiéramos.

Si se pretende que esta propuesta se convierta en ley no se puede empezar como un elefante entrando en una cacharrería, porque se corre el riesgo de despertar el rechazo unánime de la sociedad. Por eso, ¿no habría sido más adecuado poner el límite en, por ejemplo, 100 euros en lugar de proponer que nos muramos de sed o dejemos de asearnos? ¿Por qué ser tan radical en un tema con el que, fácilmente, se podría concitar el acuerdo de una gran mayoría de personas?

Si se hubieran puesto unos límites que entraran dentro de la lógica no se habrían despertado tantas quejas, no se habría tachado de "loca" a la ministra y, lo que es más importante, la gente se habría dado cuenta de que el agua es un bien demasiado preciado como para dejarla correr por el sumidero. Así que, comencemos a ahorrar todos por nuestra cuenta antes de que venga el fisco y nos obligue por la fuerza a cumplir con nuestros deberes como ciudadanos.

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lunes, octubre 16, 2006

El 'chollo' de la destrucción

Que Bruselas lance una reprimenda a la Generalitat Valenciana por su legislación urbanística es algo que ya no sorprende. No es la primera vez que Europa protesta por el modelo de desarrollo que se está ejecutando en la Comunidad y, ciertamente, no les falta razón. Los desmanes que las constructoras, con el beneplácito de los políticos y el aplauso de los empresarios, están cometiendo sobre el territorio de la provincia de Alicante muestran que la ley no es suficiente para atajar una situación que cada vez preocupa a más ciudadanos concienciados con el futuro de su entorno.


El ultimátum de la Comisión Europea a la Generalitat era necesario para mantener vivo el debate sobre la mejor fórmula de desarrollo para nuestro territorio. Ya que los ciudadanos no somos escuchados, al menos se agradece que la Unión Europea intervenga en el asunto para poner este modelo urbanístico en el centro de la actualidad. Sin embargo, es una equivocación pensar que la Ley Urbanística Valenciana es el principio del problema. Este reglamento no es la causa de la ordenación salvaje, sino la consecuencia de algo más amplio, de un planteamiento que antepone el enriquecimiento a corto plazo frente a la conservación de los recursos disponibles para su posterior aprovechamiento.

La LUV nació como una mejora de la anterior Ley Reguladora de la Actividad Urbanística (LRAU), que dejaba las puertas abiertas para que los constructores se enriquecieran a costa de los terrenos que se recalificaban con excesiva facilidad. La ley que ahora está en cuestión subsanaba algunos de los errores que llevaban a una situación cercana al 'todo vale'. De este modo, la LUV recortaba el poder del los constructores e incluía exigencias y requisitos más restrictivos a su actividad. El problema es que, como ya es habitual por estos lares, los políticos se saben todos los trucos para pasarse la legalidad por donde más les place.

Por todos es sabido que la construcción es, a día de hoy, el sector económico que más beneficios reporta. El problema es el de siempre, que sólo enriquece a unos cuantos y arruina a otros muchos. Sí, la construcción ayuda a aumentar el empleo; sí, la construcción aumenta la oferta habitacional de un territorio que vive del turismo; sí, los campos de golf y las urbanizaciones anexas a ellos son un reclamo para los visitantes extranjeros que vienen cargados de divisas. Pero, ¿qué nos quedará cuando ya no haya ni un centímetro para construir?, ¿de dónde sacaremos el agua que necesitan todos esos bloques de edificios?, ¿y que pasará con nuestra agricultura cuando los cultivos se conviertan en piscinas y hoyos de golf?

Vivimos en una época en la que lo que cuenta es el dinero fácil y rápido. Quienes tienen en su mano la organización de nuestro territorio no se paran a pensar en el futuro, mientras tachan de alarmistas y demagogos a quienes alertan sobre lo que puede pasar mañana. De momento ya estamos sufriendo las consecuencias, pequeños signos que nos muestran que vamos por el mal camino: corrupción municipal, falta de recursos hídricos, desaparición de sectores tradicionales como el calzado o la agricultura, pérdida de parajes naturales,... El tiempo dirá.

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domingo, octubre 15, 2006

La explicación que os debía

Un mes después, aquí estoy de nuevo. A todos los que me habéis echado en falta os debo una explicación. Durante estos treinta días, los cambios que han aparecido en mi vida se han sucedido a un ritmo frenético: nueva ciudad, nuevo trabajo, nuevas rutinas y nuevas compañías. Pero, por fin, superado el periodo de adaptación, tengo un momento para sentarme tranquilamente y encontrarme otra vez con vosotros.

Madrid. Ese era el objetivo. Y aquí estoy. No sabría explicar por qué, pero mi sueño era saltar a la gran ciudad, probar nuevas experiencias en el lugar donde 'se cuece' todo lo que ocurre en este país. Un reto que, de momento, está superando mis expectativas y que necesitaba cumplir para no sentirme defraudado conmigo mismo. A cambio de satisfacer mis ilusiones, dejo cosas atrás, otras ilusiones que retomaré cuando mi presente aquí ya esté agotado. Pero el futuro es incierto,… así que ahora toca pensar en el presente… en el aquí y en el ahora. Confío en que el futuro esté ahí para esperarme.

Dos semanas en la capital han dado para mucho. Llegué con la maleta llena de incertidumbres, con el vértigo del cambio, algo asustado por lo que me esperaba en la gran ciudad. Pero mi corta vida me ha enseñado que las metas se van superando poco a poco, que no merece la pena pensar más allá de lo inmediato, porque todo va surgiendo casi sin darnos cuenta. Y en eso estamos. Luchando día a día para que este sueño no se desmonte y que los sacrificios realizados -los míos y los tuyos- no hayan sido en vano.

En esta aventura tengo la suerte de contar con la compañía de quienes se encuentran en mi misma situación. Ilusiones compartidas. Cinco personas embarcadas en una travesía de la que conocemos el principio, pero ignoramos el final. Cada día es una sorpresa; cada minuto se vive intensamente. Seis personas buscando su lugar en el mundo, definiendo su futuro a golpe de ilusiones y, también -por qué no- de desengaños. Cinco personas que renuncian a sus raíces para encontrar un camino. Indudablemente, si no fuera por ellos el esfuerzo carecería de sentido.

Llegar a casa y escuchar las historias del día que acaba, sentir que no eres el único que está transformando su existencia a marchas forzadas… eso no tiene ni precio ni forma de explicación.

En dos semanas todo parece ir encarrilándose. Una de esas personas que me acompaña me decía que se ha fijado en que llego todos los días con una sonrisa. Es cierto, a pesar de que me falta ese abrazo que la distancia me niega, estoy a gusto, conmigo y con mi entorno. La fortuna me sonríe y yo no puedo más que ser agradecido y devolverle sus favores con la misma moneda. Siento que me estoy tirando por un precipicio, pero tengo la certeza de que debajo hay un colchón. Y cuando no lo tenga, me lo construiré. Porque partir de cero tiene sus ventajas, y la más importante de ellas es que tienes todo un mundo de posibilidades en el horizonte y, sobre todo, que tú tienes el mando para que se conviertan en realidades.

Dos semanas han dado para mucho. De la desubicación y la soledad inicial se pasó pronto a la convivencia, una necesidad indispensable para aguantar los cambios. Llegaron nuevos aires de tierras murcianas e ilicitanas, luego vino el relevo desde las montañas eldenses y pronto llegará el rezagado colivenco,… y la casa cobra cada vez más vida. La misma vida que tiene esta ciudad, cuya actividad frenética no deja ni un momento para el aburrimiento. Trabajo, gente, cervezas, museos, prisas, música, segundos de descanso, llagas en los pies, dormir… y vuelta a empezar. En resumidas cuentas, así es mi vida aquí. Pero ahí más.

Seguíré contándoos cosas. Perdonad mi tardanza. Un abrazo, amigos.

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viernes, septiembre 15, 2006

España ya tiene a su Hearst particular

William Randolph Hearst. Todo el que se dedica al periodismo o, en general, al mundo de la comunicación, tiene grabado este nombre a fuego en su cabeza. O al menos debería saber quién fue y lo que significó para el periodismo moderno. Quien no esté al tanto de la profesión quizá ignore la existencia de este célebre personaje. Pues bien, en resumidas cuentas, digamos que Hearst es el antihéroe del periodismo, el enemigo a batir por todos aquellos que se lancen al mundo de la información -de la periodística, claro-. De hecho, hizo sobrados méritos para convertirse en el paradigma de la desinformación, la manipulación y el sensacionalismo. Un personaje repudiado en las aulas de periodismo de todo el planeta y situado en las cloacas de la profesión. W. R. Hearst amasó una enorme fortuna como magnate de la prensa americana; fue el padre de lo que conocemos como amarillismo, un tipo de periodismo en el que lo importante es aumentar los niveles de audiencia para incrementar la cuenta de beneficios, sacrificando por el camino a la regla de oro de la profesión: el relato de la realidad, de la Verdad con mayúsculas. La deformación de los hechos y la creación de historias tan llamativas como fantásticas era su método para llamar la atención del público. Llegó incluso a provocar la guerra hispano-americana de 1898, al publicar que el estallido del acorazado Maine había sido obra de los españoles. La ley del mercado sobre la ética profesional. Así era Hearst. Ahora piensen por un momento en la España de hoy, hagan un recorrido por sus medios de comunicación,... ¿les suena a alguien?

Es de suponer que todo el mundo haya pensado en el tándem Federico J. Losantos-Pedro J. Ramírez. Pues sí, en efecto, dos personajes que están convirtiendo el periodismo patrio en una actividad siniestra, con sus juegos de malos detectives a la búsqueda de unas conclusiones ya predeterminadas en sus despachos. Me entristece tener que criticar a un compañero de profesión, más aún tratándose de uno de los grandes de la historia reciente del periodismo en España, una persona que alcanzó un gran y merecido prestigio dirigiendo las investigaciones que descubrieron los mangoneos de Roldán, la guerra sucia de los GAL patrocinada por el ministerio del Interior de González y los usos inmorales que se daban a los fondos reservados en el anterior gobierno socialista. Consiguió auparse al estrellato, convirtiendo los diarios por los que ha pasado en un ejemplo a seguir en el periodismo de investigación español. Pero la vanidad, su sed de protagonismo y su actitud de justiciero le han perdido. Sobre el otro, sobre Losantos, ni siquiera se puede alabar su pasado. Dejémosle aparte.

W. R. Hearst tenía tres fijaciones: el dinero, la fama y acabar con el presidente McKinley o quien se le pusiera entre ceja y ceja, sobre todo su máximo competidor, el también célebre Pulitzer. Salvando las distancias, y reconociendo la labor realizada por Pedro J. en los casos apuntados antes, el sagaz periodista español parece estar derivando hacia los mismos vicios que caracterizaron al vergonzante magnate americano. Son conocidas sus amenazas al Gobierno socialista, sus editoriales incendiarios cuando Zapatero abría la veda para las televisiones digitales, advirtiendo al presidente de que podía comenzar una lucha implacable para pedir su cabeza si no satisfacía sus ansias empresariales. Es también pública aquella conversación en la que se jactaba de su capacidad para poner y quitar presidentes a su antojo. Lo intentó empecinado con Felipe González, y lo consiguió; ahora lo intenta con las mismas ganas con Zapatero, sin tregua, sin cuartel. No en vano, es el periodista más temido por la clase política española, conocedora de su influencia sobre la opinión pública.

Respecto a la fama, es indiscutible que su egocentrismo le hace aparecer como una persona vanidosa y arrogante. Se deleita consigo mismo, se gusta, se adula a sí mismo, y le encanta verse en portada de su periódico. Lo primero no tiene nada de malo, le ayuda a poner su autoestima por las nubes y si es feliz así, que así sea, no soy quien para negar la felicidad de nadie; en cambio, lo segundo no es ni ético ni agradable a la vista del público: un periodista nunca es noticia, el director de un medio de comunicación debe mantenerse al margen, un periódico debe contar historias que interesen a la gente, debe ser un servicio público de información, nunca una plataforma para perseguir los intereses personales de sus mandatarios... son reglas básicas de decencia periodística. Pedro J. ha convertido en noticia de portada una manifestación organizada en favor de su piscina; un éxito de convocatoria que fue posible gracias a la inestimable colaboración de las arcas de Nuevas Generaciones, con un viaje con todos los gastos pagados a Mallorca como reclamo. Se coloca en primera cuando le sitúan como una de las personas más influyentes del país, cuando participa en algún acto social o cuando, en definitiva, necesita promocionar su figura, llevando la famosa vanidad del periodista a su expresión más descarada.

Y el dinero... ¡ay, el dinero, perdición de los hombres!... la ley del mercado vuelve a machacar los valores del periodismo. El interés económico se intuye detrás de muchas de las informaciones que últimamente publica El Mundo, algo nada objetable si no fuera porque en muchos casos la verdad chirría. Y eso sí que es un problema. La "investigación" del 11-M, plagada de contradicciones, exageraciones y tergiversaciones de los hechos, amenaza con llevar al desprestigio a una persona obsesionada con encontrar algo que pocos ven. Y no lo vemos, no porque estemos ciegos, sino porque no tenemos la mente sucia, ni nos mueve esa obsesión por el dinero, la fama y el derribo de gobiernos a toda costa, a cualquier precio. Me voy a ahorrar entrar en detalles sobre el encumbramiento de presuntos delincuentes, de la fe ciega en teorías estrambóticas que no se sostienen en pie y de las artimañanas para sembrar la sospecha por doquier.

Nada más decir que la evidencia se cae por su propio peso. La pena es que existan personas con tal capacidad para moldear las opiniones de la gente. Pedro J., como empresario se merece un 10, como periodista me apena el camino que esta tomando, y como persona... como persona, allá él con su conciencia.

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