Cuando a finales de los 60 la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada del Pentágono (ARPA) conectó los primeros ordenadores mediante una configuración en red, sus científicos todavía no sabían la enorme repercusión que iban a tener sus experimentos sobre el progreso de la Humanidad. Con ellos nacía ARPANET, una tecnología capaz de enviar mensajes, de forma más o menos instantánea, entre distintos puntos alejados entre sí. Sin embargo, sólo un número reducido de investigadores tenían acceso a esta infraestructura. Hasta que su invento se les fue de las manos.
Tendrían que pasar dos décadas hasta que un grupo de científicos liderado por Tim Berners-Lee hiciera el descubrimiento que iba a meter la red en los hogares de millones de personas en todo el mundo: el protocolo TCP/IP, un lenguaje que posibilitaría la comunicación entre cualquier ordenador. Nacía así la World Wide Web (www), lo que hoy conocemos como Internet.
En sólo 15 años, esta tecnología ha alcanzado niveles de utilidad inimaginables hace unas décadas, convirtiéndose en el mayor instrumento de comunicación conocido por el ser humano. No es pretencioso decir que ya hemos entrado en una nueva era. Los hábitos de la sociedad se han modificado de repente y, lo que es más revolucionario, las distancias entre los humanos se han acortado, permitiendo la construcción a marchas forzadas de la aldea global en la que algunos (no todos) vivimos.
La información y el conocimiento alcanzan una difusión planetaria. Con un ordenador, un módem y una conexión se puede acceder a un archivo global en el que se acumula todo el saber que el ser humano ha ido acumulando a lo largo de los siglos. El sueño de los padres de la Enciclopedia, símbolo de la Ilustración del XVIII, ha quedado desbancado por un instrumento de posibilidades infinitas.
En un tiempo récord nos hemos hecho dependientes de la tecnología digital. Si, por cualquier motivo, se produjera un ‘apagón digital’ no cabe duda de que la sociedad sufriría un colapso. Muchas de nuestras rutinas requieren por entero de la red, tanto en el plano laboral como en el del entretenimiento. La profesión periodística, que es la que uno conoce, sería inviable, dado que toda la labor de los periodistas se centraliza en su ordenador. Desde la recepción de teletipos hasta el envío de las páginas a la imprenta, pasando por la labor de documentación o la búsqueda de contactos, todo el trabajo de un periódico se encauza a través de la red.
Pero donde se ha experimentado la mayor revolución es en el ámbito de las relaciones interpersonales. Casi el 90% de los internautas declaran entrar en Internet para enviar correos electrónicos o emails, el 60% utiliza servicios de mensajeria instantánea para comunicarse con otras personas, y el 24% participa en chats, foros o blogs. Ya nadie acude al buzón para enviar una carta, el email ha convertido a los sellos de correos, más que nunca, en una reliquia de coleccionistas. En un momento de la Historia en que el individualismo amenazaba con convertirse en una lacra de la sociedad, Internet ha venido a reducir las distancias y derribar las fronteras que dividen a las personas.
En fin,... nos hemos acomodado a vivir conectados a la red, a obtener información con un sólo click y a comunicarnos al instante con nuestros conocidos. Hasta tal punto que no sabríamos cómo vivir sin ella.
martes, marzo 07, 2006
Internet, te necesito
Publicado por Mario Toledo en 14:20
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1 comentario:
Internet es uno de los mejores inventos que tenemos en la actualidad, y eso es indudable, pero estamos haciendo de la tecnologia una necesidad, y creo que no lo es, porque cuando no existían no pasaba nada, y ahora parece que no podemos vivir sin ella.
Nos facilita la vida, eso es cierto, pero tambien creo que nos está esclavizando, sobre todo a los niños que están demasiado informatizados y "audiovisualizados".
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