La cumbre de la Unión Europea que se celebra en Bruselas ha cumplido con las expectativas. Es decir, no ha servido para mucho. Después de la reunión de los líderes del los veinticinco países del club, Europa sigue en el mismo punto en el que se encontraba hasta ahora: en punto muerto. La causa de la parálisis que afecta a la Unión se encuentra en la negativa de los ciudadanos franceses y holandeses a la Constitución, ese tratado que se anunciaba como la única forma capaz de coordinar una Europa que se hace más ingobernable con cada ampliación. Después de este descalabro, los Veinticinco se dieron un tiempo para pensar una salida a la crisis: ¿qué hacer con la Constitución? ¿Seguimos votándola tal cual está e intentamos convencer a los ciudadanos contrarios a ella? ¿O la modificamos para llegar a un texto consensuado que contente a todas las partes? La solución era difícil, tan difícil que los líderes no han conseguido encontrarla.
La cumbre de Bruselas no ha servido para llegar a un acuerdo definitivo,... ni siquiera para alcanzar un principio de acuerdo. El único avance ha sido la introducción de un calendario, que ya es algo. Los países que votaron 'no' piden que se cambien los puntos conflictivos, aquellos que despiertan el rechazo ciudadano al considerar que es un texto con tintes neoliberales. Los países que mostraron su conformidad, entre ellos España, no aceptarían una constitución que se distanciara demasiado del texto que se sometió a consulta popular. Como no hay un punto en común, los miembros del club europeo han decidido alargar la crisis constitucional y postergar la decisión hasta el año 2008, con lo que el Tratado no sería efectivo hasta después de 2009. Mientras tanto, la Unión Europea seguirá inmersa en una parálisis institucional, dos años después de la mayor ampliación de su historia y con vistas a futuras ampliaciones en los Balcanes y Turquía. De momento, el año que viene se unen Bulgaria y Rumanía; el resto no tiene fecha todavía.
La lógica hace prever que finalmente tendremos que refrendar un texto diferente al que nos dieron a votar hace un año y medio. Los franceses y los holandeses no aprobarán la misma constitución que rechazaron en 2005. Precisamente, será Francia una de las potencias con mayor poder de decisión sobre la suerte de la Constitución europea, puesto que los Veinticinco han firmado la propuesta del presidente de turno, el austríaco Wolfgang Schüssel, de aplazar el debate hasta el segundo semestre de 2008, momento en que el país galo asumirá la presidencia de la UE. Antes de eso, en los primeros seis meses de 2007, Alemania tendrá que elaborar un informe para determinar el grado de consenso entre los países respecto a la Constitución. Con todo, tendrán que pasar tres años hasta que podamos ver un texto definitivo. Eso sí, siempre y cuando no aparezca otro escollo en el camino.
viernes, junio 16, 2006
Europa no sale del congelador
Publicado por Mario Toledo en 15:41
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4 comentarios:
Me parece una situación tan esperpéntica... Creo que es una de las mayores incompetencias políticas: no saber transmitir a la ciudadanía la necesidad de una Europa común más unida, más justa, más competitiva. En fin... política... y políticos!
Habría que redactar otra Constitución.
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